La cocina era enorme, parecía las que mostraban los programas de televisión, tenía muchas ollas, utensilios de cocina y una heladera gigante. Era demasiado limpia,todo brillaba.
Me sorprendí al ver la cantidad de accesorios que la adornaban, para ser una cocina en medio de la nada no estaba nada mal.
—Son las 1 p.m, a las 2:30 p.m quiero todo listo—Scarlet dejó la gran cocina y se dirigió al lago con los demás.
—Suerte leona —dijo Mel y se fué con Mike.
—¿Que cocinaremos chef? —Noah apareció delante mío con un delantal blanco y otro en la mano, lo que provocó que me riera.
—Son muchas personas —me acerqué a un sector de la gran cocina.
—Brownies —dijo y comenzó a sacar unas cajas donde estaba el preparativo del postre.
—Iré a buscar los huevos, tú derrite la manteca—entré a la gran heladera y me dirigí a la caja de huevos.
—Hola qué tal —Lidia entró y comenzó a sacar cebollas.
No le contesté, ella aprovechaba y aprovecharía cada momento de este maldito campamento para molestarme. Era jodidamente molesta e irritante, y eso solo empeoraba las cosas aún más para mi.
—Harán brownies...es su postre favorito —Lidia sacó una pequeña caja y comenzó a poner las cebollas allí —. Sabes, es lindo que hable contigo, todos en el colegio te tienen cierta ¿peña? si creo que esa es la palabra... pero al parece el es al que más pena le das —miré al frente tratando de no cerrar el puño porque los huevos explotarían, y esperé a que se marchara.
Cerré la gran heladera y me dirigí a nuestro sector de cocina, saqué un tazón gigante, solo rompía los huevos y tiraba la cascaras a un costado, sin prestar atención a lo que hacía los demás y menos a lo que hacía Noah. Agarré una bolsa y tire todas las cáscaras. Tomé la manteca derretida y la puse con un bolw junto a lo demás, y comencé a batir con fuerza. Solo imaginaba que esa era la cabeza de Lidia y golpeaba una y otra vez con la cuchara. Me enfurecía de solo pensar su nombre, como una persona puede ser tan despreciable, de tal manera de querer romper cada partícula de su estúpida existencia.
—Para tener brazos delgado bates muy bien—cesé mi acción y mire a Noah —¿Estas bien? —no, definitivamente no estoy, porque tu estúpida novia me hace la vida imposible desde la primera y ahora lo único que quiero hacer es arrancarle cada maldito cabello de esa inútil cabeza que nunca usó. Asentí.
—Nos va a hacer falta chocolate —caminé hacia un gran estante, la mayoría de las cosas estaban vacías y solo quedaban una pocas cajas. Saqué el chocolate para derretir pero al darme vuelta mi cuerpo chocó contra alguien y caí al piso, al igual que todo lo que traía en brazos.
—¡Lo hiciste apropósito! —Lidia estaba llena de salsa en su cabello y en todo su cuerpo. No te rías, no te rías, maldita sea.
—Perdón... yo no quise hacerlo —me levanté torpemente del suelo pues todo estaba mojado—. Mierda —sentí un gran empujón de nuevo haciendo que chocaran contra él estante y cayera de nuevo al piso.
Todas las cajas que quedaban se balancearon y él estante también. Tapé mi cabeza como reflejo pero solo una caja cayó en mi pierna. Al mirar hacia mi derecha Noah sostenía el estante y trataba de que las cajas no cayeran.
—¿Que demonios te sucede Lidia? —Mel me ayudó a levantarme.
—¡Lo hiciste apropósito! —si Lidia eso ya lo dijiste, se sacó su delantal —. Eres una envidiosa...te encanta Noah y no soportas que me mire de una manera en que nadie en tu miserable vida hizo o hará —salió de la cocina y detrás de ella fue Noah.