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¡No puede ser!

Melanie, cállate —intente bajar el volumen de la computadora.

¡Dios santo! ¡Virgen Maria! —la vi patear todas las cajas a su camino y se sentó al frente de la cámara.

—Mierda Mel —apreté el botón del menos y sus ruidos disminuyeron —¿acaso quieres que mi padre me mate?

¿Cómo mierda pasó? —me miró atenta.

—Sabes como pasó.

Cuando Noah se fue me quedé un rato más en cocina tomándome unas 3 tazas de café y con mi celular. La noche cayó junto a mis ganas de dormir y era necesario acomodar las cosas en mi habitación para poder irme.

Los vuelos estaban explotados, parecía que todos tenían que irse a Nueva York, pero pude conseguir uno que saldría mañana a las 1:00 p.m. No tenía mucho tiempo para ordenar, llevaría algo mañana y el resto me lo tendría que enviar mi padre por correo.

Tal vez acomodar me despejaría de la tormenta que se me aproximaba. Y aunque doblaba y doblaba, bajaba a lavar la ropa, subía a plancharla, iba al porche por cajas, aunque me tratara de mantener ocupada, Noah seguía ahí hablándome y susurrándome cosas a mis oídos. Hacia 4 horas que eran las 11:39 p.m.

Podría haber llegado a llorar pero la notificación de FaceTime prendió la pantalla de mi computadora y Melanie se hizo presente en ella con algunos ruleros. Su habitación estaba hecha un caos, cajas y cajas, y más cajas.  Solo quedaba su cama tendida, pero lo demás estaba empacado. Le agradecí por haberme llamado antes de que me ahogara en mi desesperación y le conté lo sucedido con Noah, pero Melanie es más histérica que cualquier otra chica.

¡Ya se como pasó! —la fulminé con la mirada—, a lo que me refiero es si te gusto.

Si —sonreí como idiota y ella empezó a dar pequeños saltitos—. No fue tan malo... tampoco fue perfecto, pero fue mejor de lo que imaginé.

No puedo creer que lo hicieras antes que yo —levanté una ceja.

—Tu y Mike ¿no?

Yo si quería, pero llegamos muy cansados —rodó los ojos—. En fin, nos quedamos platicando toda la mañana y luego él se fue a empacar.

Te he ganado —le saqué le lengua.

Pequeña zorra sucia.

~

Se puede saber porque hay tanto ruido —mi padre se asomó por la habitación. Mel abrió los ojos como platos y se siguió cepillando los dientes.

Hola Señor Smith —reí y mi padre saludó a Melanie.

—Hola Mel.

Después te hablo —asentí y ella finalizó la llamada.

Dirigí mi mirada a mi padre quien se había sentado en mi cama y admiraba la habitación casi vacía. Algunos cuadros se quedarían aquí, solos los que no serían necesarios, pero lo demás se iría conmigo.

—El tiempo pasó volando —dijo el.

—Si, mi vuelo sale mañana —me miró atento—. Es por la semana de integración, todos empezamos el lunes.

—Entonces te irás —asentí.

—No estaré sola, Mel esta cerca de mi campus y Mike también.

—¿Quien es Mike?

—Su novio

—¿Novio de quien?

—De Mel

—¿Mel tiene novio?

—Si papá —reí. Hasta el se había sorprendido por eso.

—Me dirás que hacía ese jovencito en mi cocina hoy —junte los labios como pato y me distraje doblando unas remeras—. Emma Smith.

—Vino a verme papá —separé las cajas de cuadros con la caja con sábanas y busqué un marcador negro—. Él se fue a la casa de un amigo después de traerme a casa... ya sabes... ¿a seguir la fiesta?

—¿Seguir la fiesta? —se cruzó de brazos y levantó una ceja, justo como solía hacer yo siempre.

—Me preguntó si podía venir a saludar y yo le dije que si —revolví en mi cartuchera hasta que encontré el marcador negro—. Pero ya se fue.

—¿No estudiará en N.Y? —negué con la cabeza.

Lo único que quería hacer ahora era dejar de pensar en Noah y en toda la mierda que se venía mañana. ¿Y que era lo primero que preguntaba mi padre? Si el estudiaría en Nueva York. Garabatee en las cajas el nombre de lo que cada una contenía y las volví a apilar.

Mi celular empezó a sonar de entre toda la ropa doblada en mi cama. Me acerqué a la fuente de sonido y re busqué hasta que por fin lo pude sacar. Noah, tragué en seco y dirigí mi mirada a mi padre.

—Si —se paró—. Me iré a preparar la cena.

Cuando por fin salió por la puerta la cerré y me delize en ella para atender la llamada.

—Hola tarado.

Hola Smith —sonreí al escuchar su voz—. Extrañaba tu voz.

—¿Mmm? Yo no —me mordí el labio esperando su respuesta.

Ah ¿no? —negué aunque él no me pudiera ver —. ¿Sabes que extraño más?

—Dime —conteste.

Extraño tus gritos pidiéndome que te...

—¡Centineo! —escuché su risa por el otro lado de la línea. Toqué mis mejillas, estaban rojas.

Apuesto a que te sonrojaste.

—Te mereces una patada en donde no te da el sol —escupí nerviosa.

De seguro adiviné —rodé los ojos—. Acabas de rodar los ojos.

—Acaso me espías —me paré y me recosté en la cama.

No, pero debería.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora