—Hola —dije y el solo se limitó a tomar su taza de café —¿Para qué querías verme?
—Tu me mensajeaste —me miró, directamente a los ojos. Hacia mucho no veía sus ojos.
—Lo sé... yo... yo quiero saber la verdad —pusé las dos manos sobre la mesa.
—No llegaste al campus, te quedaste con Thomas —fruncí el ceño.
—¿Lo conoces? —asentí—. Ese no es el punto.
—El punto es que si tú hubieras llegado, nosotros no estaríamos aquí... viéndonos a escondidas —tragué en seco.
—Solo vine para que me expliques —me crucé de brazos y me apoyé en él respaldar—. No me di cuenta de la hora, cuando me fijé ya era tarde. Corrí hacia el campus pero no llegué, quiero que sepas que yo decidí ir.
—Pensé que... que no querías saber nada de mi —se acercó.
—No quiero saber nada de ti —mentí—, pero si esto logra hacerme cambiar de opinión, te escucharé.
—Bien... Lidia me amenazó —fruncí el ceño.
—¿Qué? —pregunté.
—Luego de que se fueran del campamento me dijo que te tenía que invitar al baile... y dejarte plantada esa misma noche —sentí mis ojos cristalizarse y una sensación de ardor en la nariz. ¿Y él lo iba a hacer? en realidad le importaba un carajo ¿verdad?
—Y tú lo hiciste —contesté.
—Emma si yo no hacía eso, ella mandaría tu video a prácticamente todo el mundo —mi boca quedo entreabierta—. No quería que hiciera eso... no a ti.
—Me podrías a ver advertido —le tenía que hacer otra pregunta pero no sabía si lo que el contestara me iba gustar.
—Todavía me tiene amenazado.
—Ese video ya no me importa, ha llegado a los celulares de todos —pensé en mi padre, él trabajaba con el padre de Lidia. Desde hace 10 años los dos manejan la agencia inmobiliaria más grande de la ciudad.
—No es sólo eso —se tocó la nuca—. Esta en juego el trabajo de tu padre.
—¿Qué fue para ti el beso? —lo escupí, ignorando lo que había dicho anteriormente.
Me quedé mirándolo fijamente pero él seguía sin contestar nada. Contaría hasta 5 si él no respondía me iría. 1... 2... 3... 4... 5, me levanté rápidamente y salí de la cafetería, caminé hacia mi auto y desactivé la alarma.
—Smith —sentí una mano tomar mi cintura y darme vuelta, los labios de Noah chocaron con los míos formando un gran beso. Él puso sus brazos alrededor de mi cintura y yo coloqué mis brazos alrededor de su cuello un poco arriba tocando apenas su cabello—, ese beso confirmó una cosa.
—¿Qué? —lo miré a los ojos.
—Que me vuelves loco —sonreí y volví a acercarme a él para seguir con nuestro lujuriosos beso. Apreté los ojos y me separé de él, Noah frunció el ceño— ¿Qué sucede?
—No podemos hacer esto Noah —traté de abrír la puerta del auto pero el me detuvo—, es por mi padre, no quiero que tenga consecuencias cuando yo soy la que las merece.
—Nadie tiene que saberlo —pegó nuestras frentes—, será toda una aventura.
—Basta —reí y abrí la puerta del carro.
—Smith —me atrajo hacia a él y me sostuvo
con fuerza—, lo intentemos, se acercan las vacaciones.—Y la univer —me interrumpió.
—Solo intentémoslo —corrió un mechón de pelo que había en mi frente. ¿Qué pasaba si por primera vez en mi vida me atrevía a algo como esto? saldría lastimada, eso seguro. Pero quien no sufre por amor, mi interior gritaba un si pero mi exterior estaba petrificado ante alguna oportunidad de amor— ¿Qué dices Emma?
Soñemos un poco.—Yo... —Soñemos un poco, Centineo—. Okey
El sonrió y me abrazó, más fuerte de lo que antes lo hacía. Sentí que sus manos subieron por mi torso dándome un escalofrío, llegaron a mis mejillas y me atrajeron de nuevo a él. Pero esta vez no me separe por nada, solo me quedé ahí saboreando sus labios y sonriendo de vez en cuando.
—Después quiero que me cuentes sobre este plan con Mel —empalideció y se tapó la cara con las manos—. Entonces es verdad.
—Ve a casa Smith —me dio un corto beso en los labios y sonreí como nunca pensé que lo haría... como boba.
~
Cerré la puerta de casa con una gran sonrisa en mi rostro, miré hacia la sala y Mel no estaba ahí. Maldije por la lo bajo y subí hacia mi habitación, al prender la luz ella estaba acostada en mi cama.
—Apaga eso —se tapó con la colcha.
—Lo siento —apagué la luz y me metí a la cama.
—¿Dónde estabas? —mi corazón empezó a latir más fuerte.
—Vi a Thomas —apreté mis labios ¿Vi a Thomas? ¡¿Vi a Thomas?!
—Que bien amiga —golpeó mi cabeza y cerró los ojos nuevamente.