Sisu

III

El gran distrito de Elpis, conocido mundialmente por sus pintoresco alrededor, desde las calles de piedras decoradas hasta el mas mínimo ladrillo de cada hogar, un lugar para disfrutar de sus paisajes y ambiente alegre debido a la gran hospitalidad de las personas de su alrededor o al menos en su mayoría.
Hollis bajo del tren mirando a sus alrededores, abrió su elegante sombrilla para poder encaminarse hacia su destino, aparentemente este lugar no ofrecía nada en especial, sólo era un distrito que gozaba un buen turismo debido a su singular diseño tan colorido pero había un pequeño secreto que guardaba este lugar, aquel espectáculo nocturno de auroras no se debía por una naturaleza más bien era algo artificial que podía producir por un cuarzo de arcoiris, una pequeña muestra de esa piedra era lo suficiente para iluminar el cielo, incluso aunque contaban con una curva llena de estos minerales la gente de Elpis decidió mantenerlo en secreto para que nadie codisie su poder, por lo que aquella piedra era lo único que apresiaban.
Y esa diminuta piedra era lo que ella tenía que robar. Aquello lo considero como una verdadera lástima.

Hollis se detuvo por un momento para observar a los niños que jugaban alrededor, parecían tan felices mientras se perseguían entre ellos, reían sin parar mientras que otros saltaban y por un momento recordó su infancia, a ella le hubiese encantado hacer ese tipo de cosas, ser una niña que jugaba con otros y reía mientras lo hacía pero a esa corta edad ella ya había sido tomada por la organización de ladrones y la entrenaban, mientras que para aquellos hombre la diversión consistía en robar y obtener riquezas para ella algo como saltar la cuerda le era más divertido, nunca pudo encajar con los otros, nunca pudo hacer algo más aparte de engañar.
Siguió su camino cuando los niños se marcharon para perseguir al hombre que comenzó a realizar burbujas, la vista se había vuelto más alegre con las burbujas flotando a su alrededor, las miraba con el enorme sentimiento de querer ser como los niños y reventar las pequeñas burbujas sin parar pero ahora estaba en una misión y debía concentrarse en ello pero pensó que tal vez reventar solo una no haría daño por lo que levantó su dedo y tocó una pequeña burbuja haciendo que esta explotara.

—Parece que te diviertes.

La voz del joven sorprendio a Hollis, ella había salido del tren sin su compañía, de hecho lo había estado evitando pero de alguna forma el joven se las había arreglado para perseguirla y la verdad es que Dan la había estado siguiendo desde que ella salió del tren quería saber que tramaba pero lo único que observó fue a una joven que parecía tan maravillada por las burbujas, era como ver a una niña tan reprimida de las cosas pequeña de la vida.
Hollis levantó nuevamente aquella máscara de indiferencia y se encaminó en silencio por el los largos escalones que llevaban hasta la cima de la montaña donde se encontraba el cristal, a simple vista parecía una simple turista que parecía ser perseguida por su amado, Dan la seguía en silencio y ella lo sabía pero aún con ello no hizo ningún esfuerzo por desaparecer de su vista, él estaba ahí detrás de ella y sabía que la seguiría todo el camino por lo que simplemente siguió en silencio.

Hollis a pocos pasos de llegar a la cima se detuvo para observar una tienda de antigüedades que se encontraba a un costado del camino, cerró su elegante sombrilla y se adentro. La tienda está adornada por varios objetos de cristal que brillaban dando reflejos de arcoiris, en su mayoría toda las piezas eran de cristal por lo que camino con cuidado para evitar tropezar con algo.
Se detuvo al observar un pequeño tablero de ajedrez, las piezas estaban afuera colocadas en una posición perfecta.

—¿Sabes jugarlo o solo te parece bonito? —bromeó Dan al percatarse de la mirada de la joven.

—Si jugamos un par de partidos con apuesta saldrías de este lugar con sólo tu ropa interior.

—Claro, con ese elegante vestido por un momento olvidé tu verdadero origen.

—¿Sabes que es un peón en el ajedrez?