capítulo 8

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Cʜᴇ́ʀɪᴇ!
Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 8!

Cʜᴇ́ʀɪᴇ!Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 8!

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— Buen día preciosa.— Ante las palabras de Sol, los mellizos abrazaron de lado a Nadia, quedando la chica de ojos marrones entre los dos.

La chica de ojos oscuros río.— Buenos días.—

— Bueno hermosas, yo las dejo, los muchachos me esperan.— Ian se adelantó, caminando entre los estudiantes.

— Bonito Hiyab.— Dijo Sol, admirando el pañuelo en su cabeza.

— Gracias, a que no sabes quien me lo ha regalado.— Dijo la chica de ojos marrones.

— Sorprendeme.— La chicas rieron.

— Guzmán.—

— No me jodas.— Sol solto una Carcajada.— Uyuyuy se me enamoro la chica. Y yo que creía que tenía una oportunidad.— Bromeo la de ojos verdes, mientras entraban al colegio. Las dos rieron, unos segundos después Marina se unió a su caminata hacia el salón de clases.

— Buenos días.—  Marina le sonrio a las dos chicas, las chicas contestaron igualmente.— Tengo un sueño.— Marina dijo con gracia mientras regresaba sus ojos.

—  ¿Y eso?.— Pregunto Nadia, mientras doblaban en un pasillo.

— Estoy durmiendo fatal últimamente, es que me estoy tomando una medicación y espero que se me pase pronto el efecto.— Explico la chica, ganándose una mirada de preocupación de parte de Sol.

— ¿Esta Todo bien?.— La chica de rulos asintió con una sonrisa.

— Ostia, el Hiyab.— Susurro Nadia, mientras se lo quitaba rápidamente.

Lucrecia vio su momento de brillar y se unió a la conversación.— Tranquila que no te voy a decir nada del velo. Al contrario ya me acostumbré a toda esta diversidad folclórica.—

Sol sonrió.— Te recuerdo que tampoco eres de aquí Honey.—

— Ay vamos Solcito es Broma.— Dijo Lucrecia, haciendo que sol ruede los ojos.— Nadia es enserio y creo que deberíamos de quedar para intercambiar ideas. No sorprenderiamos muchísimo una de la otra.— La chica pareció que se iba a ir, pero se dio media vuelta de nuevo, para hablar.— ¿Que te parece esta tarde en el cumpleaños de Guzman?.— Marina pareció estar incómoda ante las palabras de Lucrecis.— ¿No la has invitado? ¿A ninguna de las dos?.—

— Lu…—

— Perdón es que… como son tan amigos.— Le hablo a Nadia mirándola a los ojos.— Igual es algo muy íntimo, ¿no, Marina?.— Ahora si comenzó a caminar, lejos de ellas tres.— Buen día.—

— Si que es odiosa.— Dijo Sol.— Ya me la imagino yo, mientras se arregla en las mañanas con su maquillaje costos, preparando el discursito de odio frente al espejo.— La chica rodo sus ojos verdes.— Como ella diría... Ridicula.— Sol al decir la palabras 'ridicula' imitó el acento de la mexicana, las otras dos chicas rieron por lo bajo.— Vamos que llegamos tarde.—

Las tres entraron a las clases, y Sol se acercó a su banco donde la esperaba Ander para darle un abrazo.

— Hola bonito.— Le beso la mejilla una vez que se separaron.

— Hola Sol.— Susurro el chico mientras los dos se sentaban.— Sol.—

— ¿Si Ander?.— Hablo la chica mientras sacaba los libros y apuntes de la clase de su mochila.

— ¿Crees que puedas acompañarme a la clase de Tenis hoy?.— El chico Hablo tímidamente.— Es la primera después de esto de la mano, y necesito tu apoyo.—

La chica sonrió, mirándolo tiernamente.— Claro Ander, sabes que tienes mi apoyo siempre ricitos de oro.—

(…)

La chica vio con el padre de Ander se acercaba al chico, con cara de pocos amigos. La chica pudo escuchar muy bajo lo que los dos hablaban.

— ¿Tienes la muñeca ya bien? ¿No?.— Ander asintió ante la pregunta de su padre.— Entonces, ¿me puedes decir que te pasa?. Es esa chica que trajiste, ¿te distrae?.—

Sol al escuchar eso no pudo evita sonrojarse, algo que se le hizo raro por que no era una chica de sonrojos.

— No papá, ¿por qué?.— Pregunto el chico mirando al mayor.

— Por que estas yendo para atrás, como los cangrejos. El viernes tienes un partido que tienes que ganar, — El hombre le exigió a su hijo, haciendo que Sol se sintiera incómoda por estar ahí, cuando el hombre trataba de presionar a su hijo.

— Bueno, tengo derecho a tener un día malo, ¿o no?.— Dijo Ander.— A parte me sigue doliendo un poco.— El chico se sentó para tomar algo de agua.

— No valen excusas aquí.— Cuando Sol escucho eso, quizo bajar de las gradas y confrontar al padre de Ander, pero lo penso dos veces y supo que no era lo mejor.— Yo se de que pasta estas hecho, compartimos ADN chaval.—

— Ya déjalo papá, prefiero que estés borde a simpático. Ya podemos terminar con la práctica ¿o no?.—

El hombre asintió y Ander se acercó a Sol, para sentarse a su lado.

— Ander, ¿puedo preguntarte algo?.— Dijo la chica mirándolo, el chico asintió y la chica habló bajo para que nadie más los escuche.— ¿A ti te gusta  jugar al tenis?.—

El chico se quedo en silencio, y cuando Sol se iba a retractarse de su pregunta el chico nego. — No.— susurro con la voz quebrada.

La chica se acercó más a el para rodearlo con los brazos.— Lo haces por tu padre, ¿verdad?.—

El chico asintió y se separó de ella.— Sol ¿Quieres ir a cenar esta noche conmigo?.—

—Cla…— Antes de que la chica termine de contestar el padre de Ander se acerco a los dos.

— Esta noche es imposible, ya tiene planes, ¿recuerdas Ander, la cena con tu madre?.— Ander entre abrio los labios.

— Lo siento Sol, lo había olvidado.— La chica sonrió, ladeando su cabeza hacia la derecha.

— Esta bien Ander, podemos quedar para cualquier día.— Sol sonrio tiernamente, hacia al chico que estaba frente a ella.

El padre de Ander lo miro por unos segundos y luego hablo.— Se terminaron los cinco minutos Ander.—

— Ve a entrenar campeón.— La chica le sonrio, guiñandole un ojo.

cherie  •  ander muñoz [ ELITE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora