nueve

3.5K 420 159
                                    

COTIDIANO ISMAEL

Su cuerpo chocó contra el lavabo sin cuidado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su cuerpo chocó contra el lavabo sin cuidado.

Apoyó las manos en la pared blanca y cerró los ojos cuando sintió que entraba una vez más, rápido, fuerte. El sudor que cubrió su piel aperlada se sintió entre sus muslos, en su cuello, su nuca. Gimió, cubriendo su boca cuando el calor le llegó al estómago y quiso apretar las piernas, pero lo sentía, ahí, en sus caderas, en su jodido estómago. Una de sus manos se levantaron y cayeron sobre la mejilla ajena. Sus ojos se abrieron suaves mientras miraba en el espejo como un alfa el jodía por detrás.

Sintió una mano caliente y grande sobre su vientre, plano, frío. Ismael jadeó apretando los puños, mientras su cuerpo generaba más lubricante y su piel se encargaba de emitir las feromonas más excitantes. Sus ojos cegados, por instinto, miraron al alfa detrás suyo y buscaron sus labios. El cotidiano lo besó, húmedo, lento, hasta que el hombre ajustó bien sus manos sobre su cintura y lo empujaron más contra el lavabo. Ismael gimió y dejó caer su frente sudorosa sobre el espejo cuando el alfa abrió sus glúteos, dando más accesibilidad al paso de su hombría. Ismael sentía que la saliva se le iba de la boca y levantó la mirada al espejo, mientras veía su cabello sudoroso, pegado a su cuello, a su frente, sus ojos lucían cegados, cansados, y se cerraron cuando empezó a sentir que el alfa crecía dentro de él. Sus labios pomposos se abrieron, gimiendo, al sentir la calidez del semen dentro suyo.

—Uhg... —se quejó bajito, respirando con irregularidad y bajando la mirada a sus piernas húmedas, el lubricante espeso se resbalaba por sus muslos, al igual que el semen blanco y el sudor. Se mordió el labio cuando sintió otra oleada en su interior y volvió la cabeza. El alfa detrás suyo respiraba con fuerza y meneaba las caderas, estimulando su miembro a pesar de que ya estaba descargando todo—. No... —suspiró, entrecortado, la saliva se le resbaló de la boca cuando lo miró—. No lo quites.

—Me encanta tanto cuando estás así —gruñó el alfa, apretando sus caderas, sintió sus labios sobre su hombro, su nuca. Ismael gimió cuando sintió que le tiraban del cabello, sus labios temblaron y sus ojos chocaron con la mirada de su alfa en el espejo, ahí, con sus labios finos sobre su oído y sus ojos dilatados—. Cuando te dejas llenar el útero entero.

Ismael cerró los ojos cuando vio sus mejillas rojas, su piel brillante. Sentía su corazón acelerado, su estómago lleno, lo embistió una vez más, a pesar de que el nudo crecía en su interior y que el suelo ya se estaba manchando de semen. Las piernas de Ismael temblaban, sus dedos apenas tocaban el suelo y estaban húmedas en sudor y lubricante. A Ismael le hubiera gustado darse un baño aquella mañana, tal vez porque llevaban más de dos días haciéndolo como locos. Le dolía la garganta por el sexo oral y aún sentía el gusto del semen en su lengua, sus ojos cristalinos dejaron salir algunas lágrimas cuando sintió que ya no podía aguantar más el calor. Cuando la excitación en su cuerpo era demasiada, por la droga, por la alteración en su anatomía, todo su cuerpo temblaba, débil, su mente, sus movimientos. Se había vuelto tan tonto y caliente que no podía evitar lubricar cada vez que veía a su alfa. El deseo de tenerlo, de que lo llenara entero no cedía a la rendición.

Cotidiano IvarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora