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Killer estaba echado boca arriba en la cama de más de dos plazas que se le fue asignada como suya hace siete meses, por su mente pasaban muchas cosas, en su mayoría malas, era algo común a esa hora de la madrugada.

Sus cuencas se empezaban a llenar de silenciosas lágrimas que se camuflaban entre las de odio, ya era común y descubrió que esa mezcla tenía un sabor particular dependiendo el porqué de ella. Cuando era de felicidad, llegaba a sentir un toque de dulzor, mientras que, cuando era de tristeza, sentía completa amargura en esa particular mezcla, pero ya se había acostumbrado a tomar de sus lágrimas combinadas al llorar sea cual sea la razón.

Suspiró con cansancio y parpadeó un par de veces mientras miraba su habitación, tenía un estante de libros, un escritorio, una silla, un tacho de basura, una mesita de noche, estos últimos al lado de su cama para distintas emergencias de gestación, y obviamente, su cama, también habían macetas con flores doradas en el estante y una en el escritorio, era lindo y confortante. Estiró su mano hacia la mesita de noche y abrió su primer cajón, encontrándose con una barra de chocolate de marca y un paquete de pañitos húmedos, era la última barra que le quedaba por lo que más rato le diría a Alter para irá comprar más, le gustaba caminar por el reino y gracias a eso una que otra vez se había tenido encuentros incómodos con el rey, no por parte de él, si no, por Alter, el cual lo ignoraba o hallaba alguna excusa para irse antes.

Tomó la barra de chocolate, le quitó su envoltura tratando de ser lo más silencioso posible, la arrugó y la tiró hacia el tacho, apuntando de forma precisa. Abrió su boca y le dió una mordida a la barra de chocolate, degustando de inmediato el sabor dulce y empalagoso del cacao procesado. ¡Era tan malditamente delicioso! Desde que se comió esa barra de chocolate del refrigerador de Alter, supo el porqué a Error le gustaban tanto.

Siguió degustando de ese dulce hasta terminarlo, se limpió la comisura de la boca con uno de los pañitos húmedos, concentrándose en el olorcito suave y adictivo de esa tela, eso era todo lo que necesitaba para olvidarse de las cosas malas hasta que Alter despertara y le diera consuelo.

Tiró el pañito al tacho y se acomodó mejor entre las sábanas, mucho más tranquilo y volviendo a conciliar el sueño mientras mantenía la mente en blanco.


Tiró el pañito al tacho y se acomodó mejor entre las sábanas, mucho más tranquilo y volviendo a conciliar el sueño mientras mantenía la mente en blanco

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También Tengo Sentimientos [NightKiller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora