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—¿A qué te refieres?— Preguntó

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—¿A qué te refieres?— Preguntó. Dios, le acababa de decir que estábamos estancados en el tiempo y él seguía sin comprender.

Bueno, yo tampoco comprendía lo que estaba pasando, y estaba aterrada, mis puños estaban cerrados tan fuerte que temía que mis uñas fueran a traspasar la piel, todo eso para tratar de controlar mi temblor.

¿Por qué él no se había quedado congelado? ¿Habrán más personas que no lo estén?

Entre tantas personas que viven en Nueva York ¿Tenía que ser él?

Estaba a punto de tomármelo como broma y dar por hecho que él era un caso perdido y no lo entendería, pero me mantuve firme. Di una respiración profunda y traté de quitarme las ganas de golpearlo y decir que reaccionara.

—El tiempo se detuvo. Los segundos no avanzan. Nada se mueve, excepto nosotros, claro.

¿En serio tendría que explicarle todo?

—Ay vamos, Werner, es solo un reloj, no exageres. —Me llamó por mi apellido, cosa que me sorprendió ¿cómo lo sabía?

Por otro lado, Ronnie, me estaba colmando la paciencia. Lo que estaba diciendo era serio y no podíamos quedarnos en la cafetería a esperar que un caballero con armadura nos rescatara.

—No estoy jugando, Rojito— murmuré entre dientes, estaba a punto de perder los estribos y ponerme a gritar ahí mismo, cosa que no me agradaba para nada.

Lo tomé del brazo, pero me arrepentí, puede que estuviera actuando con confianza— aunque en realidad no la sintiera, estaba aterrada— pero debía ir poco a poco. Le hice una seña con la cabeza para que me acompañara.

Lo guié hasta las afueras de Novelcoffee y con un brazo le señalé lo obvio.

—¿Te parece que esto es por culpa de un reloj?— le reclamé.

Nunca le había hablado a una persona de esa manera, solía ser de las que se quedaba callada y aceptaba las cosas, pero esto... esto era diferente. Estábamos en una situación crítica y si él no reaccionaba, debía hacerlo yo.

—Bien, esta bien, puede que tengas razón— razonó, yo hice un ademán de entrar al café pero me detuvo agarrándome por el abrigo— ¿Qué piensas hacer?

—Tenemos que poner al tiempo a su curso normal— dije obvia porque ¿Qué más íbamos a hacer?

No quería pasar toda mi vida estancada, mis primeros veintidós años ya habían sido  así, no podía permitírmelo. Además, no sabía si había algún efecto secundario, o incluso podía estar muerta, tal vez alguien había entrado al café y nos había matado. Eso explicaría que solo éramos nosotros dos. Habían un montón de posibilidades y debía encontrar cuál era la verdadera.

—¿Bromeas? Tenemos toda la ciudad a nuestra disposición. Nueva York, una de las ciudades más solicitadas y la tenemos solamente para nosotros. — sus ojos brillaron de emoción ante tal posibilidad.

—¿A qué te refieres, Zanahoria?— Solté la manilla de la puerta y lo miré con seriedad. Sabía se sus intenciones, pero no de qué tipo.

—Podemos hacer lo que queramos, Bruselas.



Omg ¿Qué irán a hacer?

yo she

pero no les diré.

Bueeeeenaaaaassss babies.
¿cómo están? Mañana por fiiiin es vierneeeeessss yeiiiiii.
Okay, estoy súper emocionada por seguir escribiendo esta historia ¿Cuáles son sus opiniones hasta ahora? Me gustaría que las dejaran en un comentario por acá juju.
Bueno, nos leemos el lunes, los amooo

Lena fuera.

Medianoche en Nueva York | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora