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Vi a Ronnie salir de la oficina, yo aún estaba comiendo mi pastel de zanahoria

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Vi a Ronnie salir de la oficina, yo aún estaba comiendo mi pastel de zanahoria.

Él estaba más pálido de lo normal, no sabía sobre qué había estado hablando con Yvonne durante el tiempo que yo estaba sentada en esa silla y miraba directamente a la nada. Bueno, no exactamente a la nada, sino que al reloj que tenía en frente.

—Mira el reloj. —Le dije y él levantó su rostro para mirar al objeto que nos indicaba la hora.

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Escuché cómo Ronnie suspiró pesadamente y sentí sus ojos en mi, no me quedó de otra que mirarlo de vuelta. Una extraña sonrisa se deslizó por sus labios y soltó una risa nasal que parecía más irónica que graciosa.

—Al final no tenía nada que ver con las pilas, ¿eh? —se sentó en la silla que estaba a mi lado y, al igual que yo, se quedó viendo las manecillas del reloj moviéndose.

Jamás creí que ver el tiempo pasar me causara tanto alivio. Antes, prefería que el tiempo no avanzara, que se quedara quieto como estaba, así yo podría disfrutar de hacer las cosas que me gustaban, pero después de todo lo que había pasado esa noche, después de toda la preocupación que había sentido al pensar que nunca más podría avanzar en la vida, que siempre me quedaría atrapada, estaba más que agradecida.

No quería seguir preguntándome un "qué hubiera pasado" quería preguntarme un "qué pasará si..."

—¿Ves? Te lo dije desde el principio, y me costó un mundo que entendieras lo que estaba pasando. —le dije y me metí otro pedazo de pastel a la boca.

—Uno, por favor no ocupes ese "te lo dije", pareces mi mamá. Y dos,  ¿cómo se supone que tendría que haber entendido desde el principio que el tiempo se había detenido?

—No lo sé, pero tus sentidos de supervivencia se tendrían que haber activado, y no, lo único que querías era ir al Central Park a mostrarme lo que había en él. — le ofrecí un poco de lo que estaba comiendo y él aceptó gustoso, habíamos comido hacía horas, y después de todas las emociones, era claro que tenía hambre.

—¿Me estás diciendo que te arrepientes de que te mostrara todo eso? —Volteé a verlo y fingí que estaba pensando, pero la verdad era que ya tenía mi respuesta muy clara.

—¿Siendo muy honesta? No. No me arrepiento de nada. —Encontré sus ojos y me dediqué a observarlos con detenimiento—. Lo que sí me molesta, es que tengamos que haberlos visto en una situación como esta.

Con mi mano mostré todo el entorno. Era cierto, me gustaría haber conocido a Ronnie de otra manera, pero si miramos el lado positivo, conocer a una persona mientras el tiempo está detenido, es bastante original y no creo que una experiencia así desaparezca de tu memoria tan rápido.

—Bueno... Si quieres, podemos caminar por Nueva York como dos personas normales que no tienen una carrera contra el tiempo.

Pero qué buena idea era esa, no pude evitar sonreír y me paré de la silla con un salto. Le tendí una mano, cuando la aceptó, lo guié hasta la azotea.

Otra vez estaba el ruido de la ciudad y ,de nuevo, extrañaba a la gente furiosa que no dejaba de tocar la bocina de su vehículo.

Fui a buscar las sillas que tenía ocultas tras un arbusto y le di una para que también se sentara. De alguna manera, estar en la azotea hacía que mi mente se aclarara, y era lo que necesitaba en ese momento. La cosa era que, no quería aclarar mi mente sola.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —me preguntó.

—No lo sé, supongo que seguir con nuestra vida. —Mejor dicho, ya no estaba segura de si quería seguir estando sola. Hubieron unos segundos de silencio antes de que volviera a hablar— Voy a  visitar a mi madre y... a mis hermanas.

No lo pensé mucho, simplemente lo sabía y lo tenía claro. Tener una decisión segura y sin necesidad de una moneda, o de alguien quien decidiera, se sentía malditamente bien.

Él comenzó a asentir cuidadosamente, como si estuviera saboreando mis palabras mientras pensaba.

—Yo iré a Inglaterra, a ver a mi hermana.

Y de nuevo estaba ese familiar silencio. Los dos ahí, pero cada uno viajando entre sus pensamientos. Se sentía como si tuviéramos un acompañante mientras nos acercábamos a las turbias aguas de los recuerdos.

Puso su mano en mi reposabrazos y yo la tomé. Mi mano estaba fría y la de él cálida. Nos quedamos así minutos y minutos, viendo cómo todo avanzaba delante de nuestras narices y sin decir palabra alguna.



VIRGEN MARÍA, yup, este fue el último capítulo Y TODAVÍA NO QUIERO DESPEDIRME, como ya les he venido diciendo, aún faltan las dos partes del epílogo.

NOS leemos pronto, los loveo.

Lena fuera

Medianoche en Nueva York | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora