❆5| Gángster ❆

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El tiempo convierte nuestras mentiras en verdades

-Gene Wolfe



Z  E  D  D


Domingo 7:30 am


Estoy parado frente a la puerta de mi trabajo, con los ojos tan cansados de darle vueltas y vueltas a la conversación de la noche anterior, de hacer pros y contras de la situación, de no lograr decidirme. En verdad quiero acercarme a Kate, sin o con ayuda. Pero esto es más difícil de lo que parece.

Si no lo haces tú, lo haré yo – el recuerdo de las palabras de Nasya antes de irnos a trabajar se internan en mis pensamientos, porque si, otra de sus estúpidas reglas fue que cada quien tenía que conseguir trabajo para poder sustentar nuestras necesidades básicas. - Sólo repasa el plan que acordamos y todo pasará así de rápido - el sonido de su chasquido de dedo se filtra de nuevo en mis oídos-

-Buenos días Zedd- dice mi compañera de trabajo y regreso a la realidad-

-Hola- digo sin ganas, dando un paso hacia adelante, para entrar a la cafetería que tengo delante-

- ¿Una mala noche? - pregunta y yo asiento-

No puedo imaginar cómo es que los humanos pueden tener trabajos. Son agotadores y nefastos – pienso -

Mientras me estoy poniendo el delantal verde y la visera a juego, la campana de la puerta que demuestra un nuevo cliente se abre y mi trabajo empieza.

-Buenos días! - mis ojos se abren como plato cuando me encuentro con los ojos de Lydia y carraspeo un poco-

Ella dice algo por lo bajo y saca su celular – ¡Mierda! - Lydia gira un poco su cuerpo y yo sigo la dirección de su mirada- ¿Oye que café es el que querías? -

Yo agudizo mis sentidos y trato de ver hacia el auto. Dos figuras se muestran dentro y sin pensar demasiado sé que una de ellas es Kate.

-Ok, anotado...- dice y gira de nuevo hacia mi dirección y yo intento quitar la vista de aquel auto- y ¿Harry? -

¿Harry? Puedo intuir que es la segunda persona del auto, pero... ¿Qué intenciones tendrá aquel tipo?

Me limito a sonreír y a esperar la orden de la chica.  


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Los días domingos prácticamente son los días más aburridos para mí, o mejor dicho se habían convertido en aburridos hasta el momento en el que conseguí empleo. Los días domingos trabajaba en una cafetería cerca del centro de la ciudad, sirviendo las bebidas o en algunas ocasiones cobrándolas y por ser lo que soy nunca olvidaría un rostro o por lo menos eso creía hasta que Lydia entro por la puerta esta mañana o tal vez hasta hoy me había fijado en su presencia.

Ya era hora de mi descanso, éste constaba de 30 minutos para ir a comer, así que no desaprovechaba el tiempo. Tomé mi billetera y salí del lugar sin antes sellar mi boletín de empleado.

ZEDEKIAH - El Chico Raro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora