Capítulo 36 |Melancolía.

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|Amar es apoyar al otro en las buenas y en las malas|

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No me lo creo, no me lo creo, ¡no me lo creo! No puedo creer lo que pasó, es que es tan irreal. Ni siquiera sé de dónde saqué valor para confesarme en primer lugar, mucho menos como para haberla... besado.
En un principio me sentía preocupado, pensé que me iba a rechazar casi de inmediato, después de todo, siempre afirmó que no estaba interesada en tener una relación o siquiera enamorarse, pero... no lo hizo para mi gran sorpresa.
Ciertamente no sé qué somos, ninguno de los dos hemos vuelto a tocar el tema en esta semana y media, pero... si no quisiera que esto se desarrollara, si no sintiera algo por mí aunque sea mínimamente, ella ya le hubiera dado un alto desde el momento en que la besé, ¿no?

O al menos eso quiero pensar.

Este tiempo ha sido un poco extraño e incómodo, aunque ahora parece que todo está volviendo a la normalidad paulatinamente.
Lo que sí he notado es que Yuzuki se pone mucho más nerviosa cuando me acerco y le invado su privacidad como ella le dice; es tierna, sé que ella simplemente no está acostumbrada a ese trato y no sabe qué hacer o cómo reaccionar.
Y ahora estamos aquí, sentados fuera de un local que vende helados ya que terminé por invitarla después de clases.

La verdad ni siquiera sé si a esto se le pueda considerar una cita, pero con pasar tiempo a su lado me basta.

—¿Estás libre el domingo? —Pregunta ella mientras termina de darle la última mordida a su barquillo.

—Claro, ¿por qué? —Indago curioso, mirándola.

—Yo... tengo que hacer algo ese día —comienza a decir mientras juguetea nerviosa con la servilleta que trae en manos—, y quería ver si quisieras acompañarme —completa y me da una breve mirada acompañada con una leve sonrisa, como esperando que le diga que quiero acompañarla.

—Sabes que cuentas conmigo —confirmo enternecido por su actitud. Las ganas de acercarme a ella me invaden, pero me contengo. Se supone que... ¿estamos tratándonos? y le dije que no la iba a apresurar en nada—. ¿A qué hora quieres que vaya por ti?

—¿Eh? No es necesario, solo espérame en la plaza Satán a las diez de la mañana —pide y acomoda un poco su flequillo.

—De acuerdo —accedo un poco confuso. No es como si siempre que saliéramos fuera directamente a recogerla a su casa, pero nunca habíamos quedado en un lugar público. ¿Qué es lo que trama?—. Y... ¿cuál es el plan de ese día? —Pregunto con la pequeña esperanza de que me aclare mi duda.

—Lo sabrás el domingo —responde poniéndose de pie mientras toma su mochila, dándome a entender indirectamente que no me va a contar aunque le insista—. Creo que deberíamos irnos, ya está atardeciendo.

—Te acompaño —ofrezco y veo cómo su entrecejo se frunce, avisándome que me va a alegar el punto—. Y no acepto un no por respuesta —me apresuro a advertir.

—Eres un necio —susurra rodando los ojos, pero puedo notar su sonrisa que intenta disimular.

Tal vez.

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Gracias a que Goten apagó mi alarma, se me hizo bastante tarde. De momento no me hubiera preocupado si fuera un domingo cualquiera, pero hoy se supone que voy a salir con Yuzuki y que me iba a estar esperando a las diez de la mañana. Y ya voy retrasado por casi veinte minutos. Sé lo impaciente que es y tengo temor de que ya se haya ido.
Aunque... ciertamente esta es la primera vez que salimos de esta forma, la mayoría de veces es de manera espontánea e improvisada, no planeada y citándonos en un lugar público en específico.

𝐄𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 ¹ |GoнαɴхFeмαle!OC| [Drαɢoɴ Bαll] ; EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora