Capítulo 13 |Teoría.

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|Los gestos más improvisados tienden a ser los más sinceros|

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Bien, por todo lo que ocurrió con el Gran Saiyaman el capítulo pasado que leyeron —y del que no sé mucho al respecto porque me prohibieron spoilearme yo misma, y también a ustedes de paso, por supuesto—, ya sé casi con certeza de que él está relacionado con el guerrero que le ganó a Mayunia y de que hay grandes posibilidades de que sea su hijo; ahora solo me falta investigar más hondamente para lograr desenmascararlo. ¿Y como por qué sospecho? Bueno, digamos que él no es precisamente alguien que sepa mentir o fingir, se pone nervioso y le da como una especie de tic en su sonrisa, y se le nota a leguas por favor.

Es eso o soy muy buena viendo a través de los demás, en fin.

Y ahora estoy acá, rezando internamente que las clases de Matemáticas terminen. Soporto una hora prestando atención e intentando seguir los pasos de las ecuaciones correctamente, ¿pero dos? Ay, no, es una tortura.
Casi celebro cuando el toque para el almuerzo se deja escuchar, así que espero hasta que den las indicaciones para salir del aula y sí, eso no tarda en pasar. Sin más, me dirijo casi corriendo y empujando al comedor para conseguir comida porque fui lo suficientemente idiota hoy para olvidar mi almuerzo, así es.

—¡Quítense de mi camino, sabandijas!

Quizás los demás me consideren una salvaje por lo brusca y bruta que estoy siendo, ¡pero, hey, tengo hambre! Y en la guerra y el amor, todo se vale. ¡Y yo estoy enamorada de la comida! Así que es justificada mi acción.

Llego a hacer fila y agradezco enormemente haber sido una de las primeras en aparecer porque no tardaré esperando con la chusma.
Empiezo a pedir varias cosas cuando llega mi turno y algunas chicas se me quedan viendo impactadas por todo lo que compré; ¡es que en serio tengo hambre!
No desayuné y no pude comer ni un mísero chocolate en los pequeños descansos que nos dan. Y es que sí, no sé por qué, pero si no como por un buen rato, me da un apetito voraz después; por eso debo mantenerme comiendo algo cada cierto intervalo de tiempo.

Sin más, termino de meter parte de mi almuerzo a la mochila (me la traje porque soy una antisistema, yo rompo las reglas, yup) y llevarme lo otro en los brazos hasta la azotea, donde sé que voy a comer de lo lindo.
Ir al tejado está prohibido, pero yo soy una experta en estos temas y he logrado abrir las puertas con un simple pasador...
Bueno, no, en realidad la puerta está abierta, pero muchos no lo saben y otros no suben por temor a ser castigados, así de simple.
Al sentirme por fin libre y lejos de los demás, me limito a empezar a comer,  o tragar sería el término más correcto. Provecho.

Siento mi celular vibrar y planeo internamente mandar a la chucha a quien esté osando interrumpir mi hora de almuerzo, pero veo rápidamente que es Gohan preguntando si vamos a comer juntos. Solo le digo que no, que estoy ocupada, y listo.
¿Qué? La comida es primero, he dicho, mis amigos.

—Vaya que tienes hambre —escucho atrás mío y me tenso un poco al oír la particular voz del estúpido saltamontes. Me giro para comprobarlo y sí, allí está él cruzado de brazos con una sonrisa.

—¡¿Qué haces aquí?! —Inquiero a la defensiva mientras bajo mi tableta de chocolate, mirándolo con enojo. Estoy a nada de sacarlo a patadas o a mochilazos. Y se lo intento transmitir.

—Si lo que quieres es causarme miedo, tus mejillas y labios embarrados de chocolate no ayudan mucho —exclama con diversión y se sienta a junto a mí, con una sonrisa—. Te ves tierna, por cierto.

𝐄𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 ¹ |GoнαɴхFeмαle!OC| [Drαɢoɴ Bαll] ; EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora