El reto

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Donde fuera, iríamos todos y sin decir más nos dirigimos al mercado de Santa Julia ubicado en la colonia Anáhuac a comprar todas las cosas para el hechizo. Al obtener lo que necesitábamos regresamos con Sol a su casa, cuando Javier recordó que tenía que elaborarse todo esto antes de las seis de la tarde. En esos momentos eran las 5:30 p.m. Teníamos diez minutos para llegar (cinco para prenderlo y veinticinco para terminar lo ya empezado).
Nuestra angustia era impresionante, ya que los minutos transcurrían con gran velocidad. Poco a poco nos acercábamos, parecía que el tiempo que nos habíamos marcado se cumplía a la perfección, pero al ir corriendo por la avenida Carrillo Puerto se nos había olvidado un pequeño detalle cuando Jorge se detuvo diciendo con gran asombro y desesperación: "Carlos, el tren está atravesado" (ya que la casa se encontraba muy cerca de donde pasaba éste). Nos detuvimos y mirábamos de un lado a otro el largo tren, el cual se movía con los cambios que normalmente suele hacer.
Entonces Emmanuel preguntó: "¿Qué hacemos? Ya son cuarto para las seis". Norma contestó: "Yo no pienso pasar otro día más con esto, así que con tren o sin él, vamos a llegar a la casa, brínquenlo como puedan". Sin pensar más en el ferrocarril, de inmediato nos dispusimos a saltarlo como pudiéramos. En primer término fue Emmanuel con Norma, en seguida les pasé las cosas para el embrujo, siguió Jorge y en el último lugar yo, lo que me costó mucho trabajo, ya que en ese momento el tren estaba poniéndose en marcha. Gracias a Dios no tuvimos más percances, pero sí estábamos preocupados ya que prendimos el carbón cuando faltaban cinco minutos para que dieran las seis de la tarde. Al prenderlo notamos que los vecinos más cercanos ya no se encontraban, que habían preferido cambiarse de casa por todo lo acontecido en la propiedad.
Pasaban de las seis cuando encendimos el anafre y Emmanuel entró a la casa y detrás de él Norma con la Biblia abierta en el salmo 91; Jorge y yo nos quedamos fuera de nuestra vivienda. No podría determinar cuántos minutos pasaron; Norma salió de la casa diciendo: "Ya terminé". Le pregunté: "¿Dónde esta Emmanuel? Norma, te dijieron que tenías que salir después que él". Se quedó callada pero el silencio se rompió cuando Emmanuel salió con una cara de angustia gritando: "Cuñado, cuñado, lo traigo en la espalda". De inmediato me acerqué para jalarlo, cuando Jorge, Norma y yo claramente miramos cómo una mano en forma de garra salía de entre el humo que se había formado junto con la pestilencia del olor a chile. Al mirar la garra lo tomé por los hombros jalándolo fuertemente y recargándolo en la pared del baño. Entonces comenzó la situación, que ya empezaba a sentir familiar. Emmanuel empezaba a perder el conocimiento y decía: "¡No, no, no!". De inmediato saqué el frasco con agua bendita el cual reventó bañándome totalmente. Al mismo tiempo se le ponían los ojos en blanco a Emmanuel; al instante me quité la cruz que traía colgando al cuello para colocársela, con lo que éste reaccionó. Sin decir más salimos de la propiedad a toda prisa. Al llegar nuevamente a la calle de Carrillo Puerto, Emmanuel varias veces intentó matarse, por lo cual tuve que sujetarlo con gran fuerza al grado de tener que tirarle un golpe en la cara para seminoquearlo. Me volví a ver a Norma, que se había retrasado junto con Jorge, noté que éste miraba hacia atrás en repetidas ocasiones y de repente empezó a gritar: "¡Ahí viene!". En esos momentos algo lo levantó del piso y lo arrojó fuertemente hacia la pared del interior del Colegio Militar. Toda la gente que pasaba por ahí se quedó perpleja sin siquiera intentar acercarse. Norma incorporó a Jorge, que también se encontraba seminoqueado, y empezó a intentar correr con él, pero éste empezó a decir: "Me esta arañando la espalda. Norma".
Norma abrió su Biblia para colocársela en la espalda y poder continuar el camino hasta la casa de Sol. Fue una odisea llegar; ya en la casa de Sol, Norma le quitó la Biblia de la espalda a Jorge, pues decía que lo estaba quemando; cuando se quitó la camisa, nuestro asombro fue enorme al ver que la Biblia le había quemado materialmente la espalda (cicatriz que hasta la fecha conserva). Mientras le curábamos la herida nos comentó que volteó y vio a una mujer muy hermosa y se percató de que se le acercaba pero no iba caminando sino flotando. Y al estar más cerca, esta mujer se estaba descomponiendo en un ser en estado de putrefacción, el cual lo sujetó de los hombros arrojándolo hacia la pared. Cuando Sol y Javier escucharon esto, de inmediato se comunicaron con la madre de Javier, quien manifestó que si había sido así, tendríamos que hacerlo dos veces más, por cualquier presencia que pudiera haberse quedado. Al decirnos esto Javier, nos armamos de valor y nos quedamos a dormir en la casa de Sol. Al día siguiente fuimos a recoger lo del anafre, pero de antemano sabíamos que no podíamos tocarlo, así que lo agarramos con cuidado, lo echamos en una bolsa y lo arrojamos lejos de la casa, y esta vez a medio día se continuó con la siguiente cura, de la misma forma que la anterior pero esta vez no sucedió nada.
Al tercer día, a la misma hora, se realizó la última cura, pero al sacar el anafre, Sofía se quedó impresionada, pues vio que una cara alargada se empezaba a dibujar en él, cobrando vida poco a poco. De inmediato nos habló sin dejar de observar y vimos al ente dibujado en el anafre; parecía también estamos viendo, ya que sus ojos se dirigían hacia nosotros, al mismo tiempo que nos sonreía. Echamos las cenizas en un costal y nos comunicamos con Javier para que nos informara qué era lo que estaba sucediendo. Minutos después que Javier se comunicó con su mamá a Catemaco, ésta le informó que había resultado ya que las cenizas lograron recoger al ser de inframundo, pero que se iba a soltar en cualquier momento, que lo arrojáramos lo antes posible y lejos de la casa, donde nunca pasáramos, ya que la primera persona que pasara por ahí se lo llevaría con ella. Sin decirnos más. Norma y Emmanuel se retiraron junto con esto para tirarlo lo más lejos posible de donde nos encontrábamos. Los fenómenos, así como habían llegado, se fueron. La casa, a pesar de que inexplicablemente no penetraba la luz del día aunque los cristales eran totalmente transparentes, empezó a adquirir una vida normal. Días después Femando se fue a vivir a Guadalajara, Norma y Emmanuel se pelearon, discusión que destruyó lo que habían intentado formar como pareja, él se regresó a casa de sus padres, mientras Norma se fue a vivir independientemente a Guadalajara, con mi hermano Jorge. Quedamos en la casa únicamente Sofía, Luis y yo con mi ya nacido hijo Carlitos, cuyo nacimiento se adelantó a los siete meses por la experiencia vivida, y el cual provocó con su llegada que penetrara nuevamente la luz del sol a la casa, como antes sucedía, pero con una extraña luz azul iluminando su cunero.

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2020 ⏰

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