Capítulo siete

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26 Septiembre 2016

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26 Septiembre 2016

Las clases del lunes fueron interesantes, discutimos sobre el rey Arturo y todos estuvimos tan entretenidos que la profesora decidió que la siguiente clase seguiríamos con el mismo tema, lo cual tuvo a todos felices y realmente quería tener ese poder en mis alumnos algún día para motivarlos y amar los libros.

Le envié mensaje a Ellie para preguntarle si llevaba algo de comer, pero me respondió que no, ya que había salido temprano y se decidió a preparar ella la comida, lo cual agradecía porque sinceramente, yo era pésima para la cocina, a pesar de haber querido aprender siempre, la cocina no fue para mí. Aunque sabía preparar unas galletas navideñas buenísimas.

Además de pensar en una discusión buenísima sobre el rey Arturo, estuve debatiéndome si contestar el mensaje de Malcolm. Él no había insistido, pero realmente no había necesidad porque mi mente lo había hecho por él. Cada vez que revisaba mi teléfono para ver alguna notificación de mis redes sociales, volvía al mensaje de Malcolm. Había alguna extraña química entre ambos que no estaba dispuesta a investigar, pero se había sentido sumamente bien y natural hablar con él de cosas simples y quizá sin alcohol involucrado sería fácil negar la atracción que  había.

Pero aun así, ¿Cómo se supone que sería amiga de Malcolm? Es decir, ¡Era una estrella de rock! ¿Cómo iba a ocultarle una amistad a mi mejor amiga?

Mi mente seguía planteándose los pros y los contras mientras caminaba de vuelta al departamento.

Al entrar me encontré con el rico olor a comida casera, olía a pollo y verduras, mi boca se hizo agua y dejé rápidamente mi mochila en la entrada para saludar a mi amiga.

—¡Cariño, estoy en casa! —grité como solía hacer mi padre para hacerle saber a mamá que había llegado.

—¡En la cocina! Como siempre —dijo mi amiga mientras me sonreía.

—Huele increíble Ellie ¿estás segura que no te equivocaste de carrera? Las matemáticas no se ven tan bien junto a una de tus comidas.

—Las matemáticas nunca se ven bien —dijo ella—, pero me gustan.

—Nerd.

—Lo dice quien no saca su nariz de los libros.

++

—Así que te dejé descansar de todo por un día, pero es el momento de que me digas, ¿qué sucedió en tu cumpleaños? Desapareciste la mitad de la noche.

—Podías verme desde donde estaba en la barra —dije mientras comía otro bocado—, pero antes de que mueras con todas las preguntas que tienes, voy a contarte. Charlie me llamó así que entré en una pequeña crisis y él llegó, me ayudó y demás, comenzamos a platicar y luego volví con ustedes pero él me envió esta bebida y simplemente pensé en darle las gracias.

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