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―Todo el tiempo me atormenta, siempre me atormenta y me apodera una rabia mezclada con una tristeza pensar qué hay gente que no se merece nada, pero no es mala, es complicado... Siento que esa gente fue iluminada con algo para que se viera superior, y eso me empodera de rabia, es loco, lo sé, pero, ¿por qué esa gente es tan beneficiada y los demás no? Esa gente tiene todo, y mirando a los demás; contando conmigo, es como si fuéramos nada... Realmente nada.

―Eso es envidia. ―aclaró la joven.

―¡No! ¡No, maldita sea! No es envidia, odio que digan que es envidia, porque no lo es. Ese sentimiento tiene otro nombre, yo lo sé. Es algo que quiero quitármelo, no lo quiero sentir, pero es inevitable, como si naciera de mí. No lo puedo sacar, o sí, no lo sé, pero no quiero sentirlo más, de lo contrario, sé que me lastimará y me hará mal a lo largo....

Él sabía que había una oportunidad de que ese maldito sentimiento ―como él lo recalcaba― fuera envidia, y él sabía que era malo, pero no lo quería ver así, se implantaba otras ideas encima para suavizar el dolor... Pero eso le afectaría gravemente si seguía.

―Si claro, claro ―siguió emitiendo el hombre―. Seguramente ni te interesa lo que digo, ni te da el mínimo interés. ¿No te ha pasado eso?

―¿Eso qué? ―interpeló ella.

―Que digas algo, o estés hablando y dicen que sí le importa, que sí te escuchan, pero sabes que es mentira.

Ella no quería hablar, pero la voz de su mente le decía que hablara.

―Mi vida completa fue así. Mejores amigas, familia, conocidos, y lo malo que te sentías incómodo y tonto.

19 HORAS ANTES...

La chica despertó de imprevisto, el intenso dolor de cabeza la hacía marear más de lo normal. Su vista era borrosa, la luz blanca que la alumbraba le afectaba más y su cuerpo se sumaba al dolor de músculos. Se encontraba inestable.

Estaba atada y desconocía ella misma su paradero y lo último que había pasado.

Lo último que había pasado...

―Que... Me pasó... ―jadeó. Luego de esa frase, recordó en un dos por tres lo sucedido: la 'sustrajeron' y como todos dirían; la raptaron.

Ya se encontraba un poco mejor, su vista se estabilizó, pero sus músculos y cabeza todavía dolían.

―¡Kai, sácame de aquí! ¡Suéltame maldito hipócrita! ―gritó con todas sus fuerzas.

Estaba atada en una silla; pies y manos. Donde se encontraba era una habitación pequeña; 3×3. La cama estaba junta con unos cajones y no había ventanas, la única luz que alumbraba era la artificial de la ampolleta.

―¡Kai! ¡Déjame ir maldito! ¡sé qué me escuchas! ―gritó nuevamente, pero no obtuvo respuesta.

A cambio, pudo escuchar unos tranquilos pasos en su techo.

―¿Qué diablos...? ―miró hacia arriba, tratando de buscar con la mirada y su audición (media normal) a dónde se dirigía los pasos rechinantes.

Con ello, pensó que podría estar en un posible subterráneo y que el piso o "techo" ―para ella―, era de madera.

―¡Oye! ¡¿Me escuchas!? ―gritó irritada, luego los pasos se detuvieron por unos segundos y siguieron nuevamente, escuchándose más cerca aún.

Nadie más que ella sintió ese miedo con ese ruido rechinante que erizaba los pelos por completo. Los pasos ya no se escucharon, unos ruidos extraños, como si estuvieran moviendo algunas cosas inundaron el pequeño lugar con su fuerte sonido. Clara frunció el ceño ante estos.

Un silencio inquietante.

―Así que has despertado, por fin. ―escuchó Clar esa voz masculina hacia las afueras de las paredes.

Una puerta de tamaño medio se abrió, dando a divisar el cuerpo y rostro del hombre cual la chica no quería ver; Kai.

―¿Te volviste loco, Jongin? ¿No te aburres? Maldita sea, todas las cosas que has hecho y ahora esto. ¡Suéltame ya! ―exigió ella.

―¿Qué? No, no, no. Es momento de que te olvides de todos, de todo lo de afuera. Y también empieza a olvidar a tu familia, porqué yo seré ahora tu única familia.

«Realmente no sé si es peor estar aquí o con mi familia.»

Pensando irracionalmente, su familia ―en la típica idea―, no la trataba o trató bien a lo largo de su vida entera, no se sentía realmente agradable en ese lugar. Siempre había peleas, insignificantes o grandes. Siempre le decían que era su culpa, la retaban, se enojaban sin razón y hasta la humillaban en algunas ocasiones, así que no podía saber que lugar era mejor.

―De verdad, Kim, no te he dado el derecho para hacer este tipo de bromas, ya basta.

Ella solo quería que terminara pronto, ahora, pero no le era posible cumplir.

―Oye, estoy hablando en serio, y mejor hazte la idea de que solo me verás a mí en adelante. ―anunció el hombre.

―¿Qué? ―estaba incrédula, no entendía completamente.

―Que yo no te dejaré ir. Todo esto va en serio. ―aclaró él.

―P-pero... ―tartamudeo lánguida.

Este se acercó bruscamente y se agachó a la estatura de ella.

―Yo no te voy a dejar ir ―replicó con desfachatez―. Llámalo como quieras, rapto, captura, lo que sea. Pero ahora eres de mi pertenecía.

Ya Clara dándose cuenta de que eso va en serio, sintió que quería desaparecer, quería prácticamente "morirse".

―No... No... No puedes Kim, me van a buscar si no llego a casa. ―aseguró ella.

―A ver, a ver, ¿Crees que tu familia te va a buscar? Seguramente van a pensar algo, que te fuiste lejos, y creo que tu papá te va a querer matar al principio. ―él quería que ella empezara a dudar.

―N-no...

―¿Cómo que no, Clara? Tu papá no va a querer tener una hija raptada o desaparecida, va a bajar su estatus. Van a esperar, te lo aseguro, y luego de pocos días, recién irán a declarar tu desaparición.

―Mi mamá me va a buscar...

―Bueno, bueno, mantén esa esperanza, aun así, no te va a ayudar, ¿sabes por qué? Porque nadie va a encontrarte en este lugar, nadie sabe de este lugar y nunca saldrás de este lugar. ―profetizó el joven.

―Eres un bastardo. ―rechistó sollozando la chica.

―No te librarás tan fácilmente de mí. Te lo aseguro. ―enunció Kai.

―Tienes que dejarme ir, me encontrarán maldita sea. ―exigió Clara.

―Listo, me tengo que ir. ―aludió a la joven.

―Oye, ¿acaso no me escuchas?...

Hizo caso omiso a la presencia de ella y comenzó a marcharse.

―¡Puto infeliz de mierda! ―gritó, pero él ya se encontraba afuera.

―Ah, y no jodas metiendo bulla, gritando o algo parecido, porque será un desperdicio. ―ordenó Kai, a través de la media puerta.

Clara no podía creer lo que le estaba pasando, ¿cuándo llegó a ese preciso instante?

Su piel se erizaba al pensar que fue raptada y qué posiblemente no volvería a ver la luz de sol o a ser libre.

Como dicho anteriormente: esto solo recién comenzaba.

Retorcido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora