XI

246 24 15
                                    

A Clara, en los días cuales presenciaba la libertad, esos días donde podía ver el sol tranquilamente, sinceramente tenía que admitir que no le gustaba mucho el sol, pero, ahora, que aquella pequeña habitación no tenía ventanas y se mantenía de luz artificial, sí extrañaba ese sol.

Y esto era igual para sus padres, últimamente no quería verlos tan seguido, pero extrañaba más que nada a su familia, en qué podrían estar pensando y cómo estarían, tristes, nerviosos.

Claro, claro, también tenía parientes. Como la mayoría de la población mundial; tíos, primos, parientes "lejanos". También conocidos y algo por allí como "amigos-conocidos" más conocidos sí, porque no tenía la alta confianza con aquellas personas como decirles por completo "amigos".

Sobre los familiares, ella los encontraba innecesarios, que eran personas que no valían la pena extrañar, no todos, pero la mayoría, esto también se aplicaba para los conocidos.

Pero de todo esto, extrañaba con toda su alma a su madre. Clara sabía que su madre era muy sentimental y que también la quería, que siempre la apoyaba y trataba de hacer lo posible para que ella estuviera bien. Por muy dentro ella se preguntaba en qué estado se encontraría su mamá al saber que habían raptado a su hija. Eso le rompía el corazón, seriamente. Pero ahora, ninguna de las dos podía hacer nada, porque un hombre llamado Kai, se estaba interponiendo ante todo y todos.

—Buenos días, te traigo algo de comida. —apareció Jongin con un sándwich y un jugo en caja de cerezas.

Esta no respondió nada.

Él no se merecía ninguna palabra por parte de ella.

—Come, no seas como esas niñas mediocres de películas que no comen lo que le da su raptor por puro orgullo. Sólo hazlo. —ordenó este, dejó la merienda en la mesita y se fue.

Clara tenía hambre y el sándwich no se veía en tan mal estado, así que prefirió comer. Prefería morir de lo que fuera, pero menos por no comer, por ahogarse y quemarse.

El sándwich se notaba que lo había comprado, que era de fábrica; por el empaque que traía alrededor.

—Mierda. —susurró, pensando en cómo saldría y se alejaría de ese sádico hombre.

Se sintieron en los cimientos los movimientos de que Kai iba bajando. Efectivamente, en unos minutos ya se encontraba abriendo la puerta.

—Hola de nuevo —saludó él—, te quería informar de lo que pasa en ese infierno con gente mediocre que le llaman mundo.

—¿En vez de eso sería mejor que me sacaras? —opinó Clar.

—¿Quieres saber o me voy? —desafió el joven—. Te recomiendo la primera opción, ya qué sé algo poco de tus padres.

—Dime. —eran las únicas personas importantes para ella.

—Tu madre me ha llamado esta mañana y me dijo que habías desaparecido, que no sabían nada de ti, obviamente me alerté y le dije que con cualquier cosa podían contar conmigo y que estaría allí para todo. Y lo de tu padre, es que todavía no pone constancia, pero que están preocupados... —esta interrumpió.

—¿No ves que nos estás haciendo sufrir? Solo déjame ir y no diré nada. Diré que pasé la noche y que nunca te vi. —suplicó Clara, Kai solo rió.

—Sí, sí claro, suena muy convincente, pero no se me apetece, y me da lo mismo que sufra quién sufra. Te tengo ahora y no será en vano, no lo permitiré. —declaró el joven.

Él seguía apoyado contra la pared con las piernas cruzadas mirando a la chica sentada en la cama.

—Creo que saldré luego, no sé, pero no trates nada, o te castigaré. A lo mejor, vaya a donde tus padres para consolarlos un poco y ayudarles.

Retorcido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora