Asentía repetidas veces fingiendo escuchar lo que le tenían para decir acerca de los acontecimientos ocurridos con anterioridad.
No entendía por qué aquel ángel había bajado, mucho menos por qué no había podido luchar contra su voluntad, como muchos ya lo habían hecho antes de ser ejecutados por intentar oponerse.
Sus tersas manos reposaban en el posadero de su trono, haciendo sonar sus dedos uno a uno, repetidas veces. Su cabeza, en un acto inconsciente, cayó hacia atras, dejandolo admirar lo que sería el cielo del lugar, de su hogar.
Fuertes tonalidades escarlatas acompañados de ligeros contrastes grises era lo que más se podía admirar en aquellos momentos, sin embargo, sentía que algo no estaba bien, algo le hacía sentir una inquietúd en su pecho.
Se levantó de su trono y, con un movimiento de muñecas, calló la boca del chico que parloteaba sin parar. Empezó a caminar sin rumbo fijo, dejadose llevar por su instinto; los tonos de gris se iban oscureciendo a medida que se adentraba más en el bosque de almas perdidas, reflejando el cielo en la tierra donde se encontraba.
El bosque de las almas perdidas, cómo su nombre lo indica, es donde llegan todos los espíritus que no saben de donde provienen ni a donde van, donde se quedan y pasan años, decadas, siglos e incluso milenios atrapados ahí, sin saber acerca de cuanto tiempo ha pasado fuera de dichoso lugar. Almas que se encuentran decaídas, presas de lo que querían y no fué, llegando a vivir los tormentosos recuerdos de su vida una y otra y otra y otra vez, hasta el fin de los tiempos, o en pequeñas excepciones, hasta que sean reclamados.
Las almas reclamadas son un caso bastamte excaso, sucede cuando aquellas han sido buscadas por el Dios del paraíso o por algún otro ente, sea demonio o algún mortal llegando a jugar algún absurdo juego. Lo que pasa despues de haber sido buscadas, nunca ha sido de la importancia de Louis, ni ahora ni nunca.
Decidió seguir a aquellas almas que caían desde el precipicio, dejandose desplomar él tambien de igual manera; le parecía curiosa la manera en la que todos caían absortos en sus pensamientos, sin saber que lo siguiente que verían sería muchisimo peor que todos los tormentos que pasaban por sus cabezas, auque claro, ellos o lo legaran a sentir así.
Sollozos se escuchaban por toda el área, golpes y maldiciones tambien, todas en conjunto. Sabía muy bien de donde venían aquellos sonidos; se hacían escuchar desde las divisiones de los 9 circulos del infierno, donde cada alma terminaba siendo alojada de acuerdo al pecado que lo había hecho llegar ahí, consistían de:
1. Limbo: Donde, precisamente ya se encontraba.
2. Lujuria.
3. Gula.
4. Avaricia.
5. Ira y pereza.
6. Herejía.
7. Violencia.
8. Mentiras.
9. Traición.Junto con los cuerpos con rostros insensibles, estuvo desplomandose por un largo momento, o al menos así lo percibió él.
Su cuerpo se sintió liviano por un momento, llegando a quitar cualquier mal que tuviera en él a medida que seguía cayendo. Cerró sus ojos, percibiendo toda pequeña corriente de aire hasta llegar hasta el septimo circulo, en el cual, de repente abrió sus ojos y dejó de bajar.
Se paró ante grandes puertas de colores opacos, recubierta de tonos negros y grises, imitando un marmol. Levantó su mirada al cielo y notó como en este predominaba aún más el tono que similaba de gran medida al de la puerta que tenía en su frente.
Ante su presencia, la puerta empezó a abrirse mientras emitía un sonido como si de una manibela se tratase, "Tack, tack, tack" se empezaba a percibir en el aire, dejando en total silencio todos los lamentos que se escuchaban desde el interior del lugar.
Una vez adentro, reaccionó al instante: sus instintos lo habían llevado donde se alojaba el angel que había intentado derrocarlo. Su sangre empezó a hervir con ansias de venganza, varios de sus guerreros habían quedado brutalmente heridos por culpa de aquél bueno para nada. Empezó a caminar a donde sabía que estaba la habitación se su más reciente adquisición.
Sus pasos se detuvieron frente a la puerta que lograba separarlo del ángel. Suspiros y gritos de impotencia se lograban escuchar desde adentro de la habitación, cosa que lo impulsó a entrar a gran velocidad. Lo primero que logró observar fue al ángel aún cubierto de sangre, jaloneando las cadenas que mantenían sus manos atadas en sentido contrario y con la cabeza baja.
— ¿Con que este es el poderoso guerrero de Dios? — comentó. Sinceramente no se había abstenido a hablar, aquella imagen con la que se había encontrado le causaba tanta gracia ¿de verdad aquél era el mejir guerrero de Dios?
— El mismo que logrará acabarte. —
Logró escuchar y, aquello fué suficiente.
Sus brazos, de un momento a otro, dieron paso a tonalidades rojas y naranjas, mientras empezaban a arder entre sus mismas flamas. Chispas de las mismas tonalidades empezaban a dispersarse por la habitación
Sus ojos... Sus ojos color celeste habían cambiado rotundamente, dejando ver solo oscuridad en ellos, exhibiendose en un color negro más vacío de lo que podrías imaginar.
El ángel, guerrero de Dios, al notar el cambio de temperatura, levantó su mirada hacia el Dios del inframundo, sonriendo ante lo que había causado pero, al mismo tiempo, con miedo dentro de sí.
Se escuchó un grito por todos los alrededores del inferno.
Lucifer había empezado a calentar sus cadenas dejandolas de un color vivo, dañando en su totalidad la piel, casi mortal, del ángel.
El dolor se percibía en la mirada esmeralda del angel, la cual, apesar de todo, jamás había perdido el brillo de esperanza, cosa que molestaba aún más a Louis.
El arcangel oscuro necesitaba venganza de aquello. Aquél ángel no merecía el brillo que a él fué negado.
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El descenso del rey.
Hayran Kurgu"Y es que sí, quizás yo fuí quien causó todo para obtener lo que quería desde un principio: Tu reino".