Capítulo XV

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Luego de que Robin me explicara todo lo del escape, finalmente pudimos salir. Con el codo reventó el vidrio de la puerta del lado del conductor de un auto pequeñito color verde, no tenía alarma. Metió la mano sin miedo de cortarse y subió el pestillo de la puerta, acto seguido la abrió. Se subió y comenzó a hacer todo lo necesario para el contacto del móvil, luego de unos minutos el motor se encendió, me subí y lo miré impresionada.

-No soy un mafioso, ni un ladrón, pero soy un buen mecánico -y era cierto, Robin era mecánico. Creo que seremos "la pareja de la asesina y el ladrón, juntos huyendo de la policía".

Arrancó el auto y observé con el retrovisor como se alejaba cada vez más ese espantoso lugar.

-Vamos a casa de Thomas -me miró confundido, recordé que no conocía al trío tecnológico -Yo te indico -Guié el camino hasta que nos estacionamos justo afuera de la casa -Aquí es -dije abriendo la puerta del vehículo. -¿Qué vas ha hacer?.

-¿Con el auto?... -asentí -bueno, supongo que iré a tirarlo por ahí, que alguien se gane una buena recompensa al encontrarlo. -rodee los ojos y acabé por bajarme de aquel cacharro robado.

El auto de Dave aún estaba ahí.

Me dirigí hacia la puerta y toqué el timbre. Abrió Jefferson, con una cara a chimpancé deforme agonizando, su expresión cambió de inmediato cuando me vio.

-Hola -saludé -¿Y Dave?, ¿Cómo está?

-Hola, creo que bien, pasa.

Antes de entrar, miré hacia afuera. Ni Robin, ni el auto estaban allí. Entré y vi a Dave sobre el sofá, corrí a darle un abrazo. Sentí que un gran peso se me quitó de encima. Él tenía una venda en la zona del disparo. Me senté junto a él.

-¿Y tú? -me preguntó con una ceja alzada. -Yo te creía muerta.

-Idiota -contesté -Yo te creía sin un brazo.

-Ay! Yo te creía sin un brazo -dijo imitando mi voz.

-¿Te duele aún, el brazo? -Pregunté intentando cambiar el tema.

-Algo, pero ya se me pasó. ¿Y tú?, con los chicos teníamos un tremendo debate de quién era ese idiota drogado. Estoy casi seguro que era uno de tus amigos que se fue a quedar al departamento y estábamos buscando. Pero el era de los nuestros, ¿Cierto?

-Él mató a su propio hijo, Alexander.

-Entonces, el chico que vino todo drogado era el padre de Alexander.

-Héctor, el que se quedó en el departamento.

-Esto parece telenovela, de esas trágicas que ve mi mamá. En donde hijo es el padre del sobrino y el hermano de la sirvienta.

-Creo que sí, pero aquí no hay ninguna sirvienta.

-¿Y en dónde está ese cobarde?

-En el más allá, está muerto.

-¿Y cómo lo sabes?

Un breve silencio incómodo se generó y volví a recordar esas traumáticas escenas.

-Porque yo fui. -admití en voz baja.

-¿De qué estás hablando?, ¿Acaso fuiste tú?

-Sí... no sé en que estaba pensando, cuando supe que había matado a Alexander, me puse eufórica y sólo... pasó y ya. No sé, creo que a pesar de todo... no tenía que matarlo.

-Wow, un día sin mí y ya matas a alguien, creo que tengo que cuidarte aún más. -ambos comenzamos a reír -Pero, no te sientas culpable, seguramente yo hubiera hecho lo mismo.

El asesinato de Constanza © (#1 Mystères Infinis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora