—¡Gabby! ¡Por fin! —exclama Stephanie emocionada cuando cojo el teléfono.
—¿Qué pasa ahora? —pregunto con voz áspera, pues el sonido de su llamada me ha despertado.
—No te vas a creer de lo que me acabo de enterar —se le escapan risitas ñoñas mientras habla.
—Son las siete de la mañana —gruño intentando mantener los ojos abiertos—. Dime, Steph, ¿qué cosa tan importante te ha hecho pensar que sería una buena idea llamarme a estas horas?
—Mañana empiezan las clases, amiga. Ve acostumbrándote a madrugar —ríe, empleando tono burlón.
—Lo que tú digas... —suspiro en desesperación—. ¿Me puedes explicar ya lo que ha pasado o voy a tener que adivinarlo yo?
—Mhm... —vacila unos segundos—. ¡Adivina!
—¡Steph!
—Vale, vale. Te lo digo —carcajea—, pero solo porque sé que jamás adivinarías quién se va a incorporar al alumnado del instituto.
—¿Quién? —mi intriga crece por momentos.
—¡Johnny Orlando! —grita sin poder contener la emoción.
—¿Eh? —pregunto confundida.
—¡Johnny Orlando! —vuelve a repetir con el mismo nivel de entusiasmo.
—¿Quién es ese? —menuda decepción me he llevado.
—Por favor, no me digas que no sabes quién es.
—Lo siento, Steph —digo ente risas—, pero no puedo complacerte.
—¿Cómo es posible que no sepas quién es Johnny Orlando? —aún sigue sorprendida por mi ignorancia—. Si hasta mi hermano sabe quién es.
—Quizá porque tienes una obsesión con él —su entusiasmo me resulta casi cómico.
—No tengo ninguna obsesión —se defiende.
—Ya... Tú intenta convencerte a ti misma de eso —me burlo.
—¡Oye! Es verdad, no estoy obsesionada.
—Como quieras —doy mi brazo a torcer.
—En fin —suspira—. Te veré mañana en clase.
—Solo si no estas demasiado despistada buscando a Johnny como para fijarte en mí.
—¡Cállate! —se ríe—. Ningún chico podría conseguir que pase de ti.
—¿Ni siquiera Johnny?
—Ni siquiera Johnny, pesada —me asegura.
—Meh... no me lo creo —la vacilo.
—Voy a colgarte en 3...
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Mi lección (Johnny Orlando)
Romansa"¿No te sientes sola, viviendo en tu propio mundo?" me pregunta, casi en un susurro. Le dirijo una mirada indulgente antes de responder: "¿No te sientes impotente, viviendo en el mundo de otros?" Es entonces cuando sus profundos ojos verdes se clava...