Capítulo 2

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°

Cuando llegamos al centro de entrenamiento ya es la hora de la cena. El Capitolio no deja de sorprenderme, cada lugar es más espectacular que el anterior. El edificio tiene doce pisos, uno para cada distrito, por lo que es difícil perderse. En nuestro piso hay cinco dormitorios, una sala de estar y un comedor. La vista desde mi cuarto es espectacular, aunque imagino que debe ser aún mayor desde los pisos más altos.

Durante la cena nos acompañan dos mujeres que no conozco. Amy dice que son nuestras estilistas, Cameron y Portia. Ambas lucen las extravagantes características del Capitolio. Cameron, quien trabajará conmigo, tiene todo el cuerpo cubierto de tatuajes, creo que esa es una de las pocas modas del Capitolio que no me disgustan, tiene el pelo rapado y teñido de un morado oscuro y varias perforaciones en el rostro. Portia, por otro lado, tiene el cabello lacio rosa hasta la cintura y pequeñas incrustaciones brillantes por todas partes.

—Mañana pasarán toda la mañana en el centro de renovación, luego daremos los últimos detalles a sus trajes e irán directamente al desfile. —dice Portia, tiene una voz melodiosa que parece acariciar tus oídos.

—No tendremos que ir desnudos, ¿no?—pregunto con algo de miedo, es muy común que los trajes de nuestro distrito sean muy reveladores.

Todos en la mesa ríen, excepto Tyler y yo. Espero que sea una risa de "ni locos los haríamos ir desnudos" y no una de "claro que van a ir desnudos, niña tonta". Pero Cameron pronto calma mis preocupaciones, no tendré que mostrar mi cuerpo a cada habitante de Panem.

—Claro que no, Samantha. —dice entre suaves risas—Estábamos pensando en hacer algo relacionado al mar, pero ya lo verán mañana.

Asiento con la cabeza y devuelvo mi atención a mi comida. Quiero terminar y estar en la tranquila soledad de mi habitación, necesito pensar y no podré hacerlo con tanta gente alrededor. Cuando terminamos, las estilistas se retiran y yo estoy por ir a encerrarme a mi habitación cuando Finnick nos retiene.

—Bien, comenzaremos hablando con cada uno individualmente para conocerlos mejor.

Mags me regala una sonrisa antes de llevarse a Tyler a la sala de estar. Deja un suave apretón en mi hombro al pasar que me reconforta más de lo debido. Me quedo sola con Finnick, sentados uno frente al otro. Miro alrededor buscando algo que observar en lugar de su cara, no quiero empezar esta conversación, no quiero ir a los Juegos.

— ¿Quieres que hablemos en tu habitación? Tal vez así estés más cómoda. —sugiere, y yo no tengo corazón para decirle que no mejorará mi estado de ánimo.

Llegamos a la habitación y me siento en la cama, Finnick hace lo mismo en el sillón. Me mira por unos largos minutos en silencio, analizándome. Yo dejo que lo haga y aprovecho para observarlo también. Solo tiene veinte años pero luce tan cansado como los hombres del distrito, que han pasado la mayor parte de sus vidas trabajando en el puerto. Me pregunto si así me veré yo en unos años si llego a ganar.

The Red LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora