Capítulo 14

2.6K 236 23
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


°

Desde pequeños hemos escuchado acerca de los días oscuros y cada año llega una nueva edición de los Juegos del Hambre para recordarnos lo que pasa con los que no se conforman. En el colegio solían hablarnos de sangrientos tiempos de guerra donde los egoístas rebeldes pusieron en peligro la seguridad e integridad de nuestro querido Panem y el benévolo Capitolio los venció para mantenernos a salvo.

Pero en mi caso era distinto. Al menos una vez a la semana mi mamá me contaba historias secretas sobre los valientes rebeldes. Personas de todo tipo que, cansadas de la tiranía del Capitolio, se levantaron en armas en busca de un mundo más justo. Yo adoraba esas historias, sobre todo porque era algo que pertenecía solo a mi mamá y a mí, ni siquiera mi padre las conocía. Cada vez que ella comenzaba a narrarlas era como si alguna clase de magia cubriera la habitación.

Para mí, las palabras de mi madre eran verdades absolutas e irrefutables. Por lo que no me costó aceptar que los profesores del colegio estaban equivocados sobre los rebeldes. Después de todo, ella podría haberme dicho que el mar era amarillo y yo le hubiera creído. Ella era mi guía en este aterrador mundo, mi lugar seguro, la persona que más amaba. Fue esa noche en que ella entró a mi habitación ya muy tarde cuando todo comenzó a derrumbarse.

—Mi amor, despierta. Necesito que me escuches con mucha atención. —hablaba en un apurado susurro.

Incluso sin estar despierta del todo supe que algo andaba mal. Ella estaba llorando.

— ¿Qué pasa, mami? —Ella acunó mi rostro entre sus manos y acarició mi cabello con dulzura.

—Quiero que sepas que te amo más que nada y que todo lo que he hecho ha sido por ti, para que vivas en un mundo mejor. —Comenzaba a asustarme, algo dentro de mí me decía que algo malo estaba a punto de pasar. —Eres una luchadora, Sam. Sé que podrás con todo lo que se te pare delante y que harás grandes cosas.

Me abracé con fuerza a ella, temiendo que por alguna razón se estuviese despidiendo de mí. Ella me envolvió con sus amorosos brazos y se acostó junto a mí. Me daba miedo cerrar los ojos y que al abrirlos ella ya no estuviera allí.

— ¿Te vas a ir? —pregunté al cabo de un rato.

—No. Siempre estaré junto a ti, Sam. No importa lo que pase, nunca me iré de tu lado.

Por primera vez en mis nueve años de vida, no le creí.

—Te amo. —susurré apretando más el agarre que tenía alrededor de su cuerpo como si eso pudiera retenerla allí.

—Yo te amo más, amor mío.

Una semana después, todo se fue al carajo. Mi padre estaba en el barco pesquero por lo que solo estábamos ella y yo desayunando cuando los agentes de la paz llegaron. Entraron a la casa y se llevaron a mi mamá a rastras. Grité, pataleé e hice todo cuanto estuvo a mi alcance para detenerlos pero no sirvió de nada. Los seguí hasta la plaza de los muertos, como le llamaban los otros chicos en el colegio.

The Red LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora