Capítulo 17

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Las manos me tiemblan ligeramente cuando el cilindro de cristal se cierra alrededor mio, faltan menos de cinco minutos para que la plataforma de metal bajo mis pies me eleve hasta la arena. Repaso mentalmente el plan, un vano intento de mantener la cabeza alejada de los nervios y el miedo, debo estar lo más centrada posible. Se me hace un nudo en la boca del estómago cuando la plataforma se pone en movimiento y casi creo que vomitaré.

Una brisa cálida me golpea la cara y el brillante sol me ciega momentáneamente. Parpadeo repetidas veces hasta que mis ojos se acostumbran a la luz y puedo analizar mi entorno. Casi se me escapa una risa eufórica cuando veo que estoy rodeada de agua salada. La arena parece un gran círculo, en el centro una isla de roca donde se encuentra la Cornucopia. De la isla salen doce franjas de tierra que llegan a la playa que separa el agua de la jungla, entre cada franja hay dos tributos.

Nuestro vestuario parece bastante apropiado: un mono azul fino y ajustado que deja respirar la piel y seguramente se seque con rapidez, zapatos con suela de goma bastante aptos para el terreno y un ancho cinturón morado cuya función desconozco.

— ¡Damas y caballeros, que comiencen los septuagésimos quintos Juegos del Hambre!

La voz de Claudius Templesmith retumba en mis oídos. Solo me quedan sesenta segundos, con suerte no serán muchos los que sepan nadar y podré llegar primera. Busco entre los tributos cercanos a mis aliados pero solo llego a ver a Peeta Mellark a dos franjas de distancia. El gong suena y mi cuerpo se zambulle en el agua antes incluso de ser consciente de ello, siento el cuerpo liviano mientras me acerco a la Cornucopia con largas brazadas.

Este año las provisiones son solo armas y están acumuladas a la entrada de la Cornucopia en lugar de distribuidas alrededor. Rápidamente desabrocho el cinturón morado y lo reemplazo con dos repletos de cuchillos, tomo dos tridentes y rodeo la estructura en busca de Finnick. Lo encuentro hablando con Katniss, me tenso al ver que ella le apunta con el arco pero él le muestra el brazalete de Haymitch y ella baja el arma a regañadientes.

—Qué bueno que somos aliados. —comento con ligera burla acercándome por la espalda de la chica, ella se sobresalta al verme mientras que Finnick solo sonríe aliviado—Te traje un regalo, guapo.

Le lanzo uno de los tridentes y él lo atrapa al vuelo pero su sonrisa desaparece y nos ordena que nos agachemos. Sin pensarlo, tomo a Katniss de la muñeca y la arrastro al suelo conmigo. El tridente de Finnick pasa sobre nuestras cabezas y se queda clavado en el pecho del tributo del cinco. Todavía contamos con algo de ventaja así que corremos hacia donde se encuentra Peeta, aún en la plataforma, esquivando a los pocos que han logrado llegar a la Cornucopia. Corremos por la franja de piedra más cercana al chico.

—Iré por él. —dice Finnick y se lanza al agua sin más.

Katniss comienza a protestar alegando que ella podía hacerlo pero la detengo con una mano en su hombro.

The Red LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora