Capítulo XXXIII

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Gabriel.

─ Lo siento.

─ Gracias.

─ Lo siento.

─ Gracias.

─ Lo siento.

─ Gracias.

He estado así desde por más de una hora y eso porque soy el único familiar que se encuentra más o menos en estado para que le hablen.

Andrés se marcho para la universidad unas horas antes de que llegara el cuerpo de Christina, Anik ha estado en su habitación desde entonces y no ha querido salir, Natasha solo se mantiene estática en la silla que se encuentra en la cocina; donde no ha hablado con nadie y no ha hecho ningún movimiento en todo este tiempo. Aquí estoy yo, él único que por los momentos se ha mantenido estable.

En el lugar todos están murmurando cosas que pasaron con mi hermana, recuerdos de cosas que vivieron con ella. En mi rostro se forma una sonrisa triste, entendiendo que todas esas historias son mentiras. La única que tiene historias para contar con mi hermana, es la única que está en completo silencio.

Sharon esta apartada en un rincón del lugar, solo mirando el ataúd sellado en el centro de la habitación, en donde tampoco se ha querido mover de su sitio. A su lado en estos momentos está su novio, Lewis Ackerman; un individuo que no me da buena espina, pero ahora no es momento para pensar en eso.

Aparto mi vista de ese par, para enfocarme en el retracto que tengo entre mis manos, uno que Natasha eligió para hacerle el velatorio de su cuerpo. La foto fue tomada hace un par de años, en donde aún estaba su amiga Lola con vida, en donde su cabello estaba largo hasta su cintura. Su sonrisa brillante es la que es la protagonista, a pesar de que ella no le gustaba reírse en este tipo de cosas y sin mencionar que tiene un curita en su ceja partida.

─ Hay que avisarle a ellos también. – digo para mí mismo.

─ No había visto una foto de ella con el cabello largo – Sharon llega a mi lado. – Creí que Dora era desde muy pequeña. – sonrió un poco por eso.

─ Se corto el cabello a los pocos días de llegar a Reims.

─ ¿Por qué? – pregunta con curiosidad. La miro con cautela.

─ ¿Ella no te lo dijo? – Sharon arquea una ceja, pero mantiene su vista en la fotografía – Lo hizo por su amiga, Lola.

─ ¿Sí? – quisiera creer que esa palabra sonó como afirmativa, que como pregunta – Eran muy unidas esas dos, por lo visto.

─ Se tenían una a la otra. Lola estaba sola a pesar de estar su madre viva.

─ Y Christina a pesar de tener a sus hermanos.

Ese comentario me hace chasquear la lengua, un gesto poco común para los terceros. Eso hace que Sharon quite la vista de la fotografía, para enfocarla en mí.

─ ¿Eso si te lo dijo?

─ No llego a decirme mucho al respecto. Pero si me dijo que se sentía sola todo ese tiempo, que su única y fiable compañía eran las drogas.

─ No llego a contarte todo.

─ Pequeñas cosas mientras que duro su estadía en mi casa. Hablar con ella era como...

─ Pelar una cebolla, capa por capa – término por ella. Su sonrisa aparece mientras asiente lentamente – Conozco a mi hermana, bueno, la conocía – trago grueso por el nudo en mi garganta – solo que ella no lo sabía.

─ Era difícil, muy difícil hablar realmente con ella.

─ Ni que lo digas.

Los dos nos quedamos en silencio, callando esos pensamientos que son innecesarios decir en estos momentos, en donde el ruido del exterior habla por nosotros.

Linaje ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora