Capítulo XXI

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Anik.

Veo como camina a paso apresurada Natasha, como se aproxima a mí con rapidez, detrás de ella viene Gabriel, tratándole de seguir el paso. Los dos vienen agitados, como si fueran corrida de casa hasta aquí.

─ ¿Qué paso? – pregunta mi sobrino.

─ No me han dicho nada, aún la están revisando, – respondo calmada, para no alarmarlos – hay que ser pacientes. ¿Se pudieron comunicar con Andrés? No responde a mis llamadas.

─ Yo lo llame y me dijo que ya venía en camino – suspiro viendo que Natasha no me va hacer la ley del hielo.

Desde esta mañana que tuvimos la discusión en la cocina con respecto a Christina, no ha querido dirigirme la palabra, ni hablar de Andrés que cuando salió de la casa a la universidad, no se despidió y lo note más molesto que cuando salió de la cocina. Gabriel me comento que Christina hablo con él antes de irse al Lycée, lo cual la conversación que haya tenido con su hermana, lo hizo molestar más de lo que estaba.

Al menos se que ya viene para acá y también se que su enojo es solo conmigo. Espero que cuando vea a Christina no arremete contra ella, por lo irresponsable que se ha vuelto en cuanto a sus comidas diarias. Porque de seguro es por eso que estamos aquí, porque no ha comido bien y sumándole que ha pasado por mucho estrés.

─ ¿En dónde está Bolt? No contesta mis llamadas – Gabriel a la mención del aludido rueda los ojos sin que su hermana se dé cuenta.

─ Está buscando café en la maquina que está en el otro pasillo. – respondo sentándome en una de las sillas para nada cómodas en la sala de espera – Ya viene.

─ Estas muy relajada. Lo que le paso pudo ser causado por una sobredosis – Natasha se cruza de brazos molesta y un tanto decepcionada, lo veo por como habla.

Gabriel baja la mirada preocupado, viéndose mal por lo sucedido. Su ropa toda desarreglada se ve que se desespero cuando recibió mi llamada en medio de sus clases, su cabello esta despeinado tal vez por las corridas que se hizo que la noticia de Christina provoco. Lo que más me preocupa es que en sus ojos hay tristeza, una tristeza profunda que solo me recuerda a alguien es especial.

Se parece mucho a ti, Andrés, incluso cuando se ponen en ese estado lamentable.

─ No...

─ No fue una sobredosis, – Bolt se sienta a mi lado, entregándome el café que él se ofreció a traerme después de verme tan acelerada. Le agradezco con una sonrisa de boca cerrada – solo se desmayo, Natasha.

─ ¿Cómo estas tan seguro? – esta vez el que pregunta es Gabriel. Los ojos que antes estaban en Natasha, ahora se posan en mi sobrino.

─ Estaba en su escuela cuando pasó, de hecho se desmayo delante de mis narices. Si quieres saber qué es lo estaba haciendo allí, – dice calmado, leyendo la próxima pregunta de mi sobrina – es que estaba haciendo una entrega de alimentos. Pase por el comedor como siempre, al hacerlo me encontré con ella, supe que no estaba bien con verla. – hace una pausa breve, para después continuar – Me ofrecí en llevarla a su casa, pero se desmayo antes de que saliera del Lycée.

─ No la viste... ya sabes... – Natasha tienta el terreno.

─ No, – niega ligeramente – pero si tenía una fiebre demasiado alta.

─ Es bueno saber eso. Pero me imagino que tu no la cargaste, pudiste haberte... – le frunzo el ceño a mi sobrina. Ella ríe nerviosa – o sea...

─ Entendí eso, Nati. No te preocupes, lo importante ahora que es este bien tu hermana. Bolt, – el muchacho me mira – gracias por cuidar de ella, a pesar de que Andrés te pidió que te alejaras de mi sobrina.

Linaje ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora