Capítulo XXVII

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Bolt.

Termino de limpiar la sangre del piso, para después ver como arreglo lo de la ropa con sangre. Tengo que deshacerme por completo de eso, no quiero ni pensar que Natalie este lavando esto, en esta casa.

Mi vista se desplaza por toda la habitación de Sharon para terminar en la cama, en donde Natalie duerme plácidamente, completamente desnuda. Eso me arranca una sonrisa un poco cansada, para después negar con diversión por lo que paso hace unos minutos.

Quien se hubiera imaginado que la pequeña Dora ocultaba ese piercing y más en ese lugar. Aunque me molesto un poco lo que dijo, de la persona que se lo puso en esa zona tan íntima y sensible. ¡Esta demente! ¿Quién se pone eso en un pezón? Aunque he escuchado que hay hombres que se ponen de esas cosas en el pene. Con solo pensarlo se me eriza los vellos de la nuca.

La veo dormir tan tranquila, como si hace unos minutos no me fuera estado pidiendo que la penetrara. Con solo pensar eso, mi miembro recibe una descarga de ansiedad por no haber hecho lo que me pedía. Pero, a duras penas aguanto su primer orgasmo de la noche. Pero es mejor eso, ya que yo tampoco estaba en buenas condiciones, la herida en mi pecho, agregándole el hecho de mi transformación me agoto demasiado. Me dejo fuera de base con lo que me dijo, me estaba provocando y lo logro.

Tomo el móvil de Natalie para entrar en la bandeja de mensajes, necesito enviarle un mensaje a Lewis para que me traiga una muda de ropa. Veo que tiene varios de Natasha que no ha leído. Frunzo el ceño al ver que varios son un tanto desesperados, como tratando de decirle a Natalie que...

─ Shep... – un susurro de Dora me alarma, más sabiendo que de sus labios salió el nombre del tipo ese – no, Shep...

Dejo el móvil a un lado, para verla como se remueve incomoda encima de la cama, para después pegar un respingo y despertar de golpe. La sigo observando a pesar de que lo que estaba pasando por su mente era una pesadilla, de que estaba teniendo una pesadilla sobre Shep.

Natalie no se percata de mi presencia, no hasta que me acerco lo suficiente como para que ella se tape su desnudez con la sabana. Una vez que ve que soy yo sus hombros se relajan. Pero algo en mi mirada la pone en alerta nuevamente.

¿Qué me sucede?

No digo nada, no hago nada. Lo único que mi cuerpo hace es soltar el camisón de Dora y su móvil dejarlo en la mesa de noche. Su mirada es cautelosa, esperando creo que así sea una palabra de mi parte.

─ Aun estas... – no dejo que termine, cuando la estoy besando con devoción. Natalie me corresponde el beso de la misma manera. Suelta la sabana, para después enrollar sus brazos a mi cuello, ocasionando que este nuevamente en la cama con ella, encima de ella – Necesitamos... – no dejo que continúe. La sigo besando con ganas.

Estoy siendo egoísta en estos momentos. Ella quizás tiene ganas de hablar de lo que acaba de pasar, de cómo la mire por eso, por lo que soñó hace unos instantes. Intento doblegarla, intento que se olvide de eso con mis caricias y besos. Abandono su boca, para esparcir pequeños besos por sus mejillas, terminando en su oreja derecha, en donde le gruño de manera autoritaria.

─ Que sea la última vez que escucho ese nombre saliendo de tu boca, – siento como su saliva pasó con dificultad por su garganta – o si no me veré en la obligación de tomar medidas y muy drásticas.

─ No... no te tengo miedo – dice con un deje de temblor en su voz.

─ Deberías – paso mi lengua delineando su oreja. Su cuerpo tiembla de señal de que lo disfruta – Pero, ¿Qué era lo que estabas soñando? – la miro nuevamente a la cara. Acaricio lentamente su mejilla. La pregunta la relaja visiblemente – Sabes que puedes decirme cualquier cosa. – asiente consciente de que no era pregunta mis palabras.

Linaje ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora