Capítulo XLI

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Natalie.

¿No estás molesta conmigo? – su agitada y cálida respiración golpea mis labios, haciendo que vea en ese punto.

— Lo estoy, aún lo estoy – vuelvo a besarlo con frenesí.

Sus manos no se están quietas en ningún sitio y las mías tampoco, es como si ninguno de los dos quisiera ceder ante nuestras caricias y súplicas por querer más uno del otro.

— Pareces que no lo estás. – muerdo su labio con la fuerza suficiente para que se queje – Nada de sangre de por medio.

— ¿Podemos dejar la charla para otro momento? Tantas palabras me marean.

Ahora solo quiero esto y nada más.

— Como desee la señorita.

Entre tanta prisa que tenemos, por probar nuevamente de nosotros, rompe la blusa sin ningún esfuerzo, haciendo que mi pecho quede al descubierto hacia él. Su mirada baja sin ningún pudor, comienza a morder y succionar todo a su paso, obligándome a cerrar los ojos por todas las sensaciones. Su lengua y dientes juegan con mis pezones, cada uno tiene su turno. Sus manos hacen presión en mis glúteos, teniendome cerca y sin intenciones de que retroceda. Siento la piel caliente por donde pasa su boca... Sus manos me encienden de una manera que jamás creí que alguien lo haría.

Me dejó guiar por todo eso y solo me entrego como se debe, como siempre lo quise hacer, como solo lo he echo con él.

Sus grandes manos abandonan mis nalgas para tratar de quitar ese pedazo de tela que lo único que esta haciendo es estorbar. Sus ansias y ganas de tenerme a su merced es más fuerte que cualquier otra cosa. Quiere muy en el fondo doblegarme por lo que sucedió más temprano, quiere dejarme marcas, quieren que sepa que soy suya y de nadie más. Y como me encanta que lo haga.

Soy tuya desde el principio y siempre lo seré.

El jeans termina igual que la blusa; hecha nada, pero ambos sabemos que eso es el menor de los problemas ahora. Quedo completamente como Dios me trajo al mundo para él. Se separa de mi un poco para verme completa.

— Jamás me cansaré de verte así, expuesta, vulnerable y lo mejor de todo, es que es solo para mí.

Me encanta que haga eso, me fascina que sepa que siempre le voy a pertenecer. Quiero que hoy lo sepa, que se le quede grabado que siempre será así, hoy más que nunca.

El ataque hacia mi sigue, sus labios buscan los míos con desespero, se lo concedo sin problema, dejo que me guía al camino de la misma perdición. Su fuerza la ejerce al momento en que me levanta y por instinto lo rodeo con mis piernas para evitar caer. Mi sexo queda completamente pegado a su bajo vientre.

— Te siento tan húmeda.

— ¿Y que estás esperando para deslizarte dentro de mí? – muerdo su cuello en modo de provocación. Todo su cuerpo se estremece por mis caricias – ¿O quieres que empiece yo con el juego?

Mis uñas se pasean por todo su pecho, llevando un camino de agonía y por la anticipación de que quiere que me lo coma completamente. Sus ojos ámbar en ningún momento dejan de ver cada movimiento que ejerzo, me observa ansioso a todo lo que le hago.

— Suéltame. – en vez de sonar como una petición, sonó a orden.

Su semblante divertido me da a entender que le gusta que lo mandé en estos casos, que sea quien dirija la situación, que juegue con ella. Otra de las razones por las cuales estar con él todo lo hace más sencillo, deja que yo experimente todo tipo de cosas... Que me deja jugar con mi sexualidad y de lo que conlleva tomar el mando.

Linaje ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora