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-Barbie-sequé mis lágrimas y permití que se acercara

-Cuentame todo, desde el principio-le pedí

Trató de secarme los ojos pero no lo dejé, suspiró y entrelazó nuestras manos

-Soy un muñeco sexual que fue usado una y otra vez por las mujeres desde 1692. Nací en lo que ahora ustedes conocen como Estados Unidos en el pueblo de Salem. Mi madre era una bruja, no tenía hermanos, ni padre pero sí un mejor amigo. Mi madre para evitar que nos mataran nos embrujó a mi amigo y a mí dándonos cuerpos de muñecos y obligandonos a ser la mejor compañía que una mujer podría desear pero hay más consecuencias que ventajas-me contó y se detuvo

-Dime todo-le pedí

-Una vez que me acuesto con una mujer ella ya no vuelve a sentirse satisfecha con nadie más que conmigo, soy un muñeco sexual por lo tanto doy más placer que un simple mortal pero también me robo el amor de las mujeres aunque yo no logro enamorarme pues cuando eso sucede ya he vuelto a la caja-me dijo

-¿Me quedaré sola por el resto de mi vida?-guardó silencio-¡Dime!-le grité llorando

-Sí-negué

-Lo sabías, sabías todo esto y aún así lo permitiste-sollocé

-Necesitaba tu calor, no tienes idea lo que es sentirse solo y no tener a nadie-me dijo como si fuera una buena excusa

-No, no lo sé pero al parecer por tu culpa voy a vivirlo, me arruinaste la vida. Arruinaste todos mis sueños, quería casarme, formar una familia, ser felíz Nicolás-le dije enojada y triste a la vez

-Lo siento-no es cierto.

-¿Sólo eso dirás? ¿Me arruinas la vida y dices que lo sientes?-nos quedamos mirando sin saber que hacer, con esto mi vida se acabába, con esto todo se iría a la mierda con o sin la ayuda de Axel

-Bésame-miró mis ojos

-Vaneditt-negué

-No me importa si me arruinas la vida, ya lo hiciste y te queda poco tiempo pero si muy dentro de mí te amo quiero pasar mis últimas horas de sentimientos contigo-le dije

-No estás pensando con la cabeza, tú no eres así-me dijo

-Yo creí que tú eras de otra forma pero no, solo buscabas tu propio placer-acarició mi mejilla y besó mis labios

-Por favor, no seas como las otras-lo miré

-Pero me hiciste lo mismo que a las otras ¿Eso no me convierte en alguien igual a ellas?-bajó la mirada

-Haré lo que quieras, estoy a tu merced amante mía-sus palabras me dolieron ya no sonaban como antes, eran frías y dolorosas como si me clavaran muchas dagas al corazón

-Sal de mi habitación y no te aparezcas hasta que debas irte-le dije fríamente

-Vaneditt-sacudí la cabeza y evité sus ojos

-Mi madre me llamó, dijo que no me volviera a acostar contigo y ahora entiendo porqué-besó mis labios y comenzó a desabrochar mis botones

-Quiero quedarme contigo, eres mi muñeca, así lo siento, como si solo pudiera estar contigo- se acercó aún más

-Estás confundido-corté la cercanía y me acomodé la camisa -Por favor sal, necesito pensar-besó mi mano y antes de salír se detuvo en la puerta

-Lo siento, sé que no compensa lo que hice pero quiero que te quedes con esto-sacó un anillo de la chaqueta que llevaba puesta cuando lo conocí y me lo dio

Muñeco Sexual (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora