Cuando desperté aún seguía tendido en el suelo, había vidrios al rededor, algo de sangre y tenía un gran dolor en la cabeza. El imbécil de mi padre, ni si quiera levantó lo que había hecho la noche anterior.
Me levanté dispuesto a limpiar el desastre que había ocasionado. Cuando lo hice mi cabeza sólo me punzó más, apreté los ojos y me quejé por el dolor. Toque la zona herida y quedó sangre en mi mano, no era muy grave, podía desinfectarla y saturarla por mí mismo.
Empecé a limpiar el desastre de vidrios y sangre, terminando todo en poco tiempo. Observé la hora en el reloj que traía en la muñeca, eran exactamente las diez con once de la mañana. La casa estaba en su completamente sola, un sentimiento de nostalgia me invadió al estar presente aquel silencio que me martirizaba casi todo el tiempo. Extrañaba demasiado a mi hermana y madre, eran las únicas que traían color a mis días, pero ya no estaban. No había nada para reparar aquellos trágicos sucesos. No había nada que yo pudiera hacer para que ellas regresaran nuevamente.
Fui a tomar una ducha caliente y aproveché el baño para ver el grado de la herida en mi cabeza, como deduje instantes atrás, no era tan grave. Una simple cortadura poco profunda que sanaría en algunos días, con una sutura de tres puntos. Limpie la zona afectada, cosí y me vestí. Prepare algo a cereal y una taza de café, llevé aquellas cosas a mi habitación y comí sentado en mi cama.
Cuando terminé, estuve divagando por toda la casa, no sabía qué hacer con mi tiempo libre. Mi turno empezaba en la noche y no tenía nada que hacer en mis horas diurnas que estaban libres, hace poco había acabado un libro y no quería empezar otro tan rápido. Sin nada que hacer y en tanto en lo que pensar, sólo hallé un lugar en el que podía ir. Así que tome mi abrigo, gorro y las llaves del auto.
_______________________________
En la carretera puse algo de música para relajar el ambiente. Estuve conduciendo unos quince minutos y me adentre a la ruta que me llevaba al cementerio. Luego de otros quince minutos más estacioné el auto y baje.
Hace mucho que no venía pero aún así conocía el camino como la palma de mi mano. No llevé flores, era estúpido porque con este invierno no se podían encontrar flores en ninguna parte del pueblo, todo estaba seco y frío. Suspiré y vi el vaho salir tranquila de mi boca, seguí el senderillo y me dirigí a la tumba de Alice, mi pequeña hermana.
Era una tumba sencilla, una simple lápida de color gris, con pequeños adornos y detalles en dorado.
~Aquí descansa la memoria de nuestra dulce Alice Morgan W. 23/04/08 - 05/12/15~
No venia aquí desde hacía un año, cada recuerdo golpeó mi mente con furia, como si fuera aquel día otra vez, mi vista comenzó a nublarse, me faltó el aire y la presión en mi pecho me obligó a caer de rodillas sobre el húmedo suelo.
-No sabes cuánto te extraño hermana -allí nadie podría verme llorar, podía hacerlo libremente, tenía el derecho, tenía las ganas de hacerlo. Así que dejé que cada lágrima saliera, cada gota de dolor y sufrimiento comprimido, comenzó a fluir de forma progresiva por mis mejillas- Sé que, no pudimos vernos durante mucho tiempo... Y sé que de seguro tuviste que aguantar el mal genio de nuestro padre, se que te había prometido que llegaría antes de Navidad, y así era, ya tenía el dinero completo para venir y verte, pero tú te fuiste antes... ¿Por qué lo hiciste? mamá ya se había ido y sólo me quedabas tú... Y ahora estoy solo, ya no tengo a nadie -tomé aire por unos minutos, las lágrimas se sentían frías al contacto con mi piel y mi nariz se estaba congestionando, di un pequeño gimoteo y seguí - Pero estoy aquí... Sé que no he venido muy seguido y no tengo excusas válidas que justifiquen aquello. Es sólo que no quiero hacerlo, porque cada vez que vengo sólo puedo recordar tu pequeña presencia, siempre molestándome por las tardes, las discusiones por quien se había comido la última galleta, las risas... Tus risas y las de mamá, y todo eso me provoca llorar... Y de igual manera me recuerda las veces que me decías que no debía llorar porque yo era un hombre y los hombres no llorar- reí por l bajo -Eras tan ingenua Ali.
Me limpie las lágrimas y seguí hablando sobre todo y nada, de mis problemas y de cómo era todo. Unas horas más, allí de rodillas sobre la tumba de mi hermana. Luego tocaba lo más difícil, la tumba de mamá, esa que había evitado por tantos años. Ni si quiera tuve el valor de asistir al funeral, era muy cobarde como para aceptarlo.
Desde que ella había muerto nunca fui y visite su tumba, nunca fui y le dejé flores o hablé con ella para despedirme... Nada, nunca hice nada... Pero ya estaba aquí, necesitaba hacerlo para seguir, debía enfrentar aquello que tanto evité con empeño, aquello que negué tratando de calmar el dolor de mi alma.
Caminé unas tumbas más de las que estaba Alice y llegué a la de mi madre, traía un lema grabado en su lápida
~"La vida siempre nos quita más de lo que nos da". Descansa en paz Margaret W. De Morgan 18/07/70 - 10/10/14~
Me congelé frente a su tumba y no fue precisamente por el frío. Era la frase. Ella siempre repetía esas palabras, lo hizo cuando me fui a casa para completar mis estudios
"-Recuerda Adán, la vida siempre nos quita más de lo que nos da."- dijo mientras sostenía mi rostro con sus manos
-¿Y eso qué tiene que ver con que me voy en unos minutos mamá?- fruncí el ceño, confundido, y ella dejó un beso en mi frente
-"Con el tiempo lo entenderás hijo, ahora vamos rápido o perderás tu vuelo- sonrió y me soltó con delicadeza.
Miré aquella frase con una sonrisa rota en mi rostro.
-Nunca entendí lo que me habías dicho, mamá... No hasta que la vida me quito lo que más quería... A ti - sentía el nudo formarse en mi garganta.
-La vida me alejó de ti, a eso te referías antes de que me fuera, la vida te había quitado a tu hijo, te lo dio y luego te obligó a ver como este se iba de nuevo -sonreí ante la ironía.- Ahora entiendo eso y muchas otras cosas que tu siempre decías -me senté sobre mis rodillas y puse mi mano en la lápida.
-No sabes la falta que haces en casa, cuánto te extraño... Yo... Yo y.... Y papá - me tensé al mencionarlo- Digamos que él intenta sobrellevar las cosas de una forma... No conveniente para ambos. - Recuerdos empezaron a proyectarse en mi cabeza y comencé a derramar lágrimas nuevamente.
-Esto es mi culpa mamá... Y sé que si estuvieses acá conmigo dirías que no lo es... Pero yo sé que si... Yo sé que si -empecé a tragar seco, ya eran más de mediodía- Me iré de casa mamá, se que debería quedarme y apoyar a papá, cuidarlo, ver por él... Pero no puedo... Lo siento, no sabes cuánto lo siento. Él y yo no nos estamos llevando bien, todo está peor, incluso más de lo normal, y no quiero explotar y... No quiero que nos lastimemos, por eso me iré, vendré a visitarte más seguido, esta vez lo prometo mamá. Lo prometo...
Me quedé casi toda la tarde en el cementerio, me desahogué todo lo que pude. Lloré y me disculpe cientos de veces con mamá, todo con el estúpido deseo interno de que ellas pudieran hablarme, que pudieran aparecer por un momento para darles un último abrazo, un último gesto cariñoso, un último chiste, un último regaño... Pero no sucedió.
Ya estaba oscureciendo y yo debía regresar a casa y seguir con mi trabajo, seguir con mi camino, seguir con mi vida.
ESTÁS LEYENDO
La Ironía Del Pecado
Mystery / ThrillerShadow Hollow es un pequeño pueblo poco conocido por las personas en Canadá, en las regiones del norte. Puede parecer un lugar aburrido para vivir y que nada importante puede pasar... Las apariencias engañan, las personas tienen secretos y las cir...