Los días que restaban de mi descanso acabaron. Estaba de regreso en mi trabajo, y ahora me encontraba con Belzhet.
-Dime Diann ¿Cómo te ha ido? - ella tomó asiento y me miró fijamente. Sus ojeras resaltaban en su piel pálida. Cerró los ojos unos segundos y tomó una respiración profunda.
-Llámeme Belzhet... por favor, no me agrada mi segundo nombre -habló de forma cortante, me resultó extraña su actitud.
-Está bien Belzhet.... - volví a observarla, algo había sucedido - ¿Que sucede? -
-No es nada, es sólo que la semana en la que estuvo ausente, estuve un poco ansiosa y deprimida. Un estado acababa y venía otro. ¿Sabe?, no sabía qué hacer, y cuando tuve un ataque de pánico todo se puso aún peor. Mi padre no sabía qué hacer y yo tampoco. Sentía como si fuese a morir en ese instante, fueron demasiadas cosas al mismo tiempo -soltó todo de forma rápida y determinada.
-Eso es un problema. Tu cuerpo se está liberando de muchas toxinas Belzeth. Al dejar de consumirlas entras a un estado ansioso y es normal que vengan esos ataques, seguidos o tardíos, estos vienen sin avisar y sólo tú puedes controlarlos para que estos vayan desapareciendo o sean menos frecuentes.
-Está bien Doctor. Pero ¿qué debo hacer en esos casos?, no quiero que mi padre se vuelva asustar de esa forma, y no quiero que estos sigan apareciendo -comencé a explicarle el procedimiento para que pudiera controlarlos, en distintos ejercicios.
Cuando acabo mi horario y traté con los problemas de los otros pacientes, estaba ordenando unos documentos. Me agradaba quedarme unos minutos extra para ver si alguien necesitaba mi ayuda. Pero desde que había visto esa melena rojiza por las noches, no dejaba de ver mi reloj cada cierto tiempo, esperaba con ansias volver a verla.
El no saber nada sobre mi padre en todos estos días me tranquilizaba más, no veía desde hace días al perezoso de Balegortt así que no tendría que fingir que me agradaba su presencia, y el ver por las madrugadas a esa pelirroja me tenía abstraído. De repente todo mejoraba y hasta parecía que salía el sol cuando al rededor del pueblo no había más que árboles secos, lluvia y un cielo gris.
Estaba por montarme en mi auto cuando escuché el sonido de la ambulancia. Este es un pueblo tranquilo, el que la ambulancia haga sonar sus sirenas a esta hora era muy extraño.
Mi ceño se frunció más aún cuando está se aparcó y de allí bajaron a alguien. Mis ojos se abrieron en alerta cuando pude ver esa melena rojiza.
Deposité todas mis cosas, excepto mis llaves, y cerré el auto. Corrí hacia el hospital nuevamente.
- ¿Qué sucede? - pregunté a una de las personas encargadas
-Tuvo un accidente, al parecer ella no estaba consciente de que se encontraba caminando por la carretera -observó a una de las enfermeras- ¡Necesitamos a la Dra. Ammdea!
-Ella no se encuentra. Su turno a cabo hace una hora -suspiré y giré los ojos, escuchar ese nombre me revolvía hasta la bilis.
- ¡Algún doctor que se encuentre disponible, que se dirija a urgencias, por favor! - se llevaron la camilla dentro y cerraron la puerta. Pero la volví abrir y entre a examinarla rápidamente
- ¡¿Qué hace?! - pregunto una de las enfermeras
-Necesitan un doctor, y yo estoy acá -hablé con obviedad.
-Pero usted es psiquiatra -seguía hablando mientras revisaba cada extremidad y me percataba de que no hubieran fracturas o lesiones en la cabeza
-Estudié medicina general por cinco años. Sé algo de lo que se debe hacer en Emergencias. Ahora porque no va y busca a algún otro doctor en vez de estar ahí parada ¡¿Acaso espera que ella muera o que!? - hablaba mientras seguía observándola, cuando voltee la enfermera había salido a buscar a otro doctor.
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La Ironía Del Pecado
Mystery / ThrillerShadow Hollow es un pequeño pueblo poco conocido por las personas en Canadá, en las regiones del norte. Puede parecer un lugar aburrido para vivir y que nada importante puede pasar... Las apariencias engañan, las personas tienen secretos y las cir...