Capítulo 5

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“Outside in the distance a wildcat did growl
Two riders were approaching, the wind began to howl.”

Bob Dylan, All Along the Watchtower.

-Aadi. –Dijo la voz mientras daba la vuelta al sauce. La figura de un chico se personó delante de Danielle. De estatura media y pelo negro, el muchacho dio un paso hacia adelante quedando en una zona donde las ramas cubrían con una sombra oscura parte de su cuerpo. Su rostro, fino y con los pómulos marcados mostraba una piel nívea, ensombrecida tan solo por las pestañas que ocultaban sus ojos. Bajo la línea de la mandíbula unas cicatrices reflejaban la luz de una forma diferente, como si la carne que antes había sido débil hubiera resurgido de sus cenizas en una rebelión contra su propia naturaleza y hubiera dejado surcos de cadenas plateadas que se escondían en su camino al torso. Su atuendo, totalmente negro, lo convertía en una sombra fina y peligrosa. Una imagen prohibida, un ser condenado.

-¿Adriel?

El silencio permaneció un momento más en el aire, insistiendo sobre el tiempo, confundiendo a ambos. Los murmullos de su entorno desaparecían. ¿Era él, acaso?

-Danielle. – respondió él, finalmente. Sus ojos eran profundamente azules. Increíblemente azules. Intensos, oscuros. Se posaban con fuerza sobre Dany y exigían respuestas que ella no tenía. Las ramas se agitaron con violencia por el viento y rompieron el silencio. -Joder, Danielle. Voy a tener que explicarte muchas cosas. Y no sé qué consecuencias va a traerte eso, pero tampoco sé qué consecuencias va a traerte tener eso ­dijo, señalando al gato-sombra.- A… Aadi.

-No sé de qué me estás hablando, Adriel. –se apresuró a decir Dany

-No. Sí que lo sabes. Sabes lo del ático del hospital, y eso te hace sentirte rara cuando estás conmigo. También tienes un espíritu protector. Una sombra, en realidad. Lo que resulta bastante extraño...

-No sabía que era un “espíritu protector”. –murmuró ella.

-Observa.

Adriel dio dos pasos hacia el frente, e, inmediatamente, Aadi se colocó sobre Dany como un muro de protección. Pero… ¿ante qué?

-Encima creerá que yo soy el malo. –murmuró Adriel.

-¿Lo eres?

-No, joder, no. ¿Puedes enviar a tu… cosa lejos un rato? Necesito hablar contigo.

El gesto de Adriel, contrariado, y su forma de temblar la ponían nerviosa. ¿Qué estaba sucediendo? Es obvio que había muchas cosas últimamente que se le escapaban de las manos, pero siempre había pensado que eran efecto de la perdida de Maddie. Pero ahora, las sombras tenían un nombre, y la voz del ático también.

Miró a Aadi, y la pequeña sombra, transformada de nuevo en gato, se deslizó entre las ramas del sauce y se acurrucó unos metros más lejos, sin destapar la vista de Adriel.

-¿Cómo…?

-Espera, Dany, mira. Empecemos por lo fácil, ¿vale?

-De acuerdo.

-Tu… “gato”-comenzó, levantando los dedos para dibujar unas comillas- es un espíritu protector.  Alguien con poder, le ha encargado que acuda a tu lado. Puede que lleve contigo toda tu vida y tú no lo supieras. A veces los grandes shocks provocan que los humanos seáis capaces de ver un poco más allá.

-¿“Seáis”?

-Sí, bueno… No soy humano.

-Por eso tus ojos…

-Exacto.

Algo en la mente de Danielle encajó de repente las cosas. Ese chico alto, con el pelo negro y revuelto,  la cara fina y la mirada profunda, que parecía sufrir un profundo debate interno… Esa silueta fina, que solo mostraba algo de rebeldía con un piercing en la boca. Esa criatura, fuese lo que fuese, no podía ser humana, por muy bien que lo ocultase.

Las nanas de los Caróntidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora