Won’t you light my way?
Audioslave, Light My Way
La oscuridad me rodea y hace frio. No hay por qué luchar contra ella. No hay por qué luchar. Estoy muerta. Sólo tengo que dejarme llevar. La noche se cierne sobre la sombra a mi alrededor y no hay estrellas. Nadie va a guiarme en el camino. Solo tengo que dejarme llevar.
¿Por qué lo he hecho? Supongo que a estas alturas las respuestas no llegan tan fácilmente. Sin embargo, ¿por qué no iba a hacerlo? No había nada para mí ahí arriba, tan sólo podía reconstruir mi existencia con lo que creía que era. Pero ¿quién soy realmente? ¿Hay algo en mí, ahora que nadie me necesita, que nadie me recuerda, que me haga especial? Al fin y al cabo, todos somos iguales en la oscuridad.
Cerraré los ojos y me deleitaré con mi propia inexistencia. El vacío real, el silencio, la ausencia.
El problema es que cada vez que cierro los ojos, tengo la sensación estúpida de que me he olvidado de algo. Pero ya no queda nadie de quien despedirse. Me pregunto si me encontraré con Maddie allá. Donde sea que me lleve esta corriente.
Ya no me siento pesada. Pero tampoco siento que me mueva. Los párpados me pesan y quiero irme.
Algo brilla y mueve el agua, hace que brille. Me pregunto qué clase de criaturas habitan el inframundo. ¿Será acaso el infierno? Y en ese caso, si todos aquellos creyentes enfebrecidos tenían razón… ¿qué pecado he cometido?
Adriel aparece al fondo de la laguna. Se ahoga y me mira, suplicándome con los ojos. ¿Qué hace el aquí? ¿Está… muriendo?
Me impulso con fuerza entre las aguas y me acerco a él. Dios… ¿es este el castigo del que le hablaba Caronte? ¿Es todo esto por mi culpa? ¿Está muriendo por mí?
Trata de arrancarse algo del cuello, pero no hay nada, y lo abrazo tratando de acallar su frustración.
No sé qué hemos hecho, pero estamos muriendo.
Sobre nosotros, una luz ilumina la superficie y trato de tirar de ambos hacia ella. La oscuridad de esta agua comienza a hacerse pesada, pegajosa… pero Adriel tira de mí hacia abajo. Sonríe, sus ojos azules se oscurecen y se hacen profundos. Adriel… ¿qué tratas de decirme?
Utiliza toda su fuerza para empujarme hacia la oscuridad, y entonces lo veo. El silencio envolviendo a la muerte. Arrastrándose sobre la superficie del lago, tragando lo que cae. Sumiendo a aquellos que se dan por vencidos, en el olvido. Imagino cuantas personas han caído ahí. Cuantas han sucumbido a la muerte, han flotado durante días esperando acabar con su destino.
Cuántas memorias se ha tragado la muerte. Y recuerdo a Maddie, y su sonrisa de luz pura y tostadas de mermelada en una tarde de brisa cálida. La recuerdo y sé que solo quedo yo para recordarla. Que solo quedo yo.
Me toca escribir mi propio camino.
La mano de Adriel se pudre en mi mano, su cuerpo pierde peso mientras me acerco a la luz y utilizo toda la fuerza que tengo para salir a la superficie. No voy a morir hoy, pero él tampoco. Da igual lo que pase, nos voy a salvar.
***
Las aguas del Estigia se agitaron un momento mientras Caronte miraba a Adriel, sentado en la butaca. Entendía por qué había traído a aquella chica. Entendía que tenía que salvarse, eso estaba muy claro, aunque Adriel podría haberse hecho cargo de los demonios. Sin duda el chico estaba desentrenado. Pero había algo más. La muchacha tenía un brillo, un halo extraño en situaciones determinadas. Algunos humanos eran capaces de esas cosas. Pero este era muy poderoso. Antiguo.
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Las nanas de los Caróntidas.
Fantasy“Él la alzó en brazos y le susurró algo casi inaudible. Los ojos le brillaban fieros, intensos, profundos. Parecía que nada podría interrumpir este momento; y nada lo haría, porque él había venido a llevársela, y con los hijos de la muerte no se jue...