“White walls surround us
No light will touch your face again
Rain taps the window
As we sleep among the dead.”
Breaking Benjamin, Anthem of the Angels.
El sueño había sido negro, vacío y hueco. No había nada que recordar, nada a lo que aferrarse. Sin embargo, recordaba claramente lo que había sucedido, y notaba las alas cubriendo su cuerpo como si se tratasen de una manta. ¿Qué demonios se suponía que debía hacer con ellas?
-Buenos días. –dijo una voz grave y aterciopelada a su lado.
Dany lo percibía todo mucho mejor, veía y sentía el fuego débil sobre las brasas que brotaba en las paredes. Sentía el terciopelo rojo del diván, la humedad débil del Estigia, la postura de Adriel, inclinado hacia a ella sobre una silla. Notaba el ritmo nervioso que marcaba con el pie, el latido pausado de su corazón, el murmullo de su ropa sobre el terciopelo por la fricción al acercarse. La ruptura de la atmósfera. Su boca entreabriéndose. Su olor.
-Todavía tengo mucho que explicarte. ¿Cómo te encuentras?
-Extraña, y cansada. Hay algo aquí que me hace sentir pesada también. Y todo…
Adriel parecía cansado. El pelo, de un negro oscuro más largo en la parte superior que a los lados, caía hacia un lado cubriéndole parte de la cara. Sus ojos, enmarcados por unas oscuras pestañas, volvían a tener un tono azul gélido. Su rostro, fino y con una piel extrañamente perfecta, incluso ahora que Dany podría ver todas las imperfecciones, parecía algo más pálido de lo habitual.
-¿Todo?-preguntó él.
-Se siente más.
Adriel le tendió una mano. Parecía que la piel perfecta era algo que predominaba en todo su cuerpo, y fue sólo al darle la mano, cuando Dany notó unas pequeñas callosidades.
-Es por mi espada, y el entrenamiento con arco. –Dijo Adriel mientras ponía el dorso de la mano a la luz.- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. –murmuró sonriendo.
-¿Spiderman? –dijo Dany riendo. –¿Estás citando a Spiderman?
-Estoy citando a Ben Parker, en realidad.
-Tio Ben –finalizó ella, sonriente. – No te imaginaba leyendo a Stan Lee, ni a nadie parecido.
Adriel ladeó un poco la cabeza.
-Soy un ángel, y encima un ángel de la muerte, lo cual suena peor… y entiendo que creas que soy un tio horrible. – Dolor. Dany empezó a sentirlo. Se encogía y retorcía en Adriel. – A veces yo también lo creo… Pero la mayoría del tiempo vivo como un humano más, y sólo cumplo con mi deber.
Danielle se levantó poco a poco. El vestido blanco tenía unas pequeñas salpicaduras doradas en el lado derecho, y su muñeca estaba vendada. Sus pies, descalzos, sentían el frío del suelo mientras este le recorría la espina dorsal, y el pelo, rizado por el agua, caía sobre sus hombros. El mundo la sobrecogía y todavía no lo había visto más allá de aquellas cuatro paredes. De repente, todo parecía tremendamente complejo pero insignificante. Se acercó a su oído mientras rodeaba a ambos con sus alas y le susurró:
-¿Qué ves?
-A ti.
-Y yo, ¿quién soy?
Adriel parecía confuso.
-Danielle…
-Sin embargo desde que me conociste he pasado de ser una humana a ser un serafín.
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Las nanas de los Caróntidas.
Fantasía“Él la alzó en brazos y le susurró algo casi inaudible. Los ojos le brillaban fieros, intensos, profundos. Parecía que nada podría interrumpir este momento; y nada lo haría, porque él había venido a llevársela, y con los hijos de la muerte no se jue...