Capítulo 15

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Capítulo 15

I see her silhouette dance across landscapes

Of golden light and autumn

In my dreams...

Pathethic, Ordinary, Alesana.

Dany miró a Haziel, que sostenía una katana en una posición estática entre unos árboles. La mirada de la chica sostenía la suya, invitándola a participar. Su Sauce permanecía justo detrás de ella tal y como le prometió él mismo al invocarlo, proporcionándole seguridad. Haziel le había invitado a coger la katana que descansaba en el interior del árbol, esperándola. Sin embargo, ella la sentía extraña en su mano. La mano le sudaba, y se revolvía nerviosa. Se suponía que tan sólo tenía que copiar los movimientos  de la muchacha, y no parecía difícil, pero no podía dejar de pensar en que estaba cansada y magullada, y cómo parecía que en aquel lugar la gente no dormía, ni descansaba, ni comía, ni paraba un segundo para pensar o meditar. Y lo peor de todo, cómo echaba de menos la luz del sol calentando su piel, rozándola con cariño, indicándole el paso del tiempo.

Aquella eternidad la enfermaba. Literalmente.

Haciendo un esfuerzo por concentrarse, cerró los ojos y buscó en lo más profundo de su interior una razón por la que aferrarse a aquella katana. Estaba harta. Estaba harta de que la zarandeasen de un lado a otro, y estaba harta de no comprender nada por mucho que se lo explicasen. Daba igual que le dijeran que aquella era su guerra, no se veía capaz de comprender una guerra que asolaba su planeta cuando todas las personas a las que conocía la ignoraban. ¿Por qué demonios no podía dejar de sentir que todo aquello era un mal sueño del que despertaría en algún momento? Sin embargo, sabía, en lo más profundo de su ser, que no lo era. Sabía que no volvería a ver a su madre tras despertar. Que no volvería a oler su perfume en el aire, ni la podría volver a abrazar. Sabía que su padre no volvería a hablarle con aquella voz profunda, que  no la consolaría con aquellos brazos fuertes cuando él, y sólo él, supiera que su mundo se desmoronaba un poquito. Y aquello había sido por culpa de aquella maldita guerra estúpida. De aquellos ángeles corruptos incapaces de amar el mundo tal y como era. Y, por supuesto, de aquellos humanos que ansiaban el poder tanto como esos malditos ángeles. No podía frenar la angustia que la abrazaba desde el interior.

Ella no era un soldado. A ella le gustaban los soldados de sus libros. Envidiaba la fuerza de los personajes y se transportaba con ellos a sus mundos, viviendo sus historias a salvo en su ático. Pero, ¿qué haría ahora? ¿Qué le tocaba hacer ahora que ella era el personaje principal? ¿Ahora que la historia se escribía con sus pasos y las batallas se libraban con su espada?

Dany sabía que lo hubieran hecho sus personajes favoritos. Pero dudaba que ella pudiese hacer lo mismo.

Levantó la espada copiando la postura de Haziel y trató de encontrar aquella fuerza que residía dentro de ella. Tal vez, la Dany humana que vivía para esconderse no tenía las respuestas a aquellas preguntas. Pero ella siempre había tenido escondido un as en la manga.

Ella era un serafín.

Invocando el icor que había sentido días atrás hirviendo en sus venas y que aún notaba merodeando por su cuerpo, se obligó a mirar la postura de Haziel con más detenimiento. La chica descansaba el peso de su cuerpo sobre uno de los pies, dejando el otro apoyado y rezagado. Apoyaba el brazo izquierdo sobre el pecho, sujetando la parte inferior de la katana, mientras que levantaba el brazo derecho en un ángulo de 90º respecto a su torso, creando una perfecta línea recta desde su hombro hasta su codo, con el brazo flexionado para sujetar la parte superior del tsuka. Así, con todo su cuerpo en tensión, la katana de Haziel continuaba una especie de línea invisible que se formaba con su pierna adelantada y su torso, formando una visión sobrecogedora.

Las nanas de los Caróntidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora