Never Forget

Escena 5: Caos

Cuanta frustración... el día no había pasado ni por cerca a como había imaginado mi mente, pero ¿Qué esperada? Que Sebastian y yo hubiéramos pasado entre bromas, chistes y conversaciones mientras paseábamos por la ciudad, o tal vez que al final del día el hubiera aceptado mi invitación al baile sin refutar regalándome un "Yes My Lord" que tanto me volvía loco. 

En lugar de eso solo conseguí lo contrario. Ahora gracias a mí Sebastian tenía una pretendiente y lo qué quizás era peor... es que él gustaba de su compañía.

¡Pero claro! ¿Qué hombre no disfrutaría de la compañía de una hermosa mujer como Paula? Aun si se trataba de un demonio... seguramente cualquier cosa era más entretenida que pasar cumpliendo los caprichos de un "mocoso."

Me sentía frustrado. Ni siquiera comprendía porque mis propias pensamientos dolían tanto... tanto como mis pies por haber decidido caminar hasta la mansión. 

Era la primera vez que me percataba de lo realmente alejado que me encontraba de la civilización, incluso se hizo de noche. 

Por supuesto no le dirigí palabra alguna a Sebastian en todo el camino. Él tampoco se esforzó por intentar hablar conmigo.

-Hemos llegado. -Dijo finalmente mientras abría la puerta de la mansión y clavaba sus ojos en mí. 

Lo ignoré. Solo quería entrar rápidamente. 

-¡Maldita sea! -Me quejé sintiéndome desesperado. Los zapatos estaban matándome y la ropa sofocándome  ¿A quién se le había ocurrido el código de vestimenta para los nobles?

Hasta mis pensamientos eran absurdos. Parecían que solo quería empezar a discutir por algo.

Una vez dentro no dudé en continuar escaleras arriba hacia mi habitación. Para desgracia mía tenía que esperar a Sebastian. Él tenía la llave.

No me hizo esperar mucho. Venía caminando justo detrás mío, como una maldita sombra.

Caminé directo a mi cama en cuanto la puerta se abrió y sin dudarlo me tumbé sobre esta. Me despojé de mis zapatos y comencé a desabrochar mi camisa. Me sentía tan desesperado por el sudor que incluso me quité el parche que cubría mi ojo. Hacer eso de alguna forma me hacía sentir que quedaba expuesto, pero en ese momento no parecía importarme demasiado. 

Dejé caer todo al suelo. Sebastian se acercó a recogerlo. 

Lo miré de reojo, tratando de no hacerle notar que lo estaba observando. Entonces me percaté. La manera en que recogía mi parche con gentileza y lo tomaba en sus manos como si se tratase de algún recuerdo nostálgico. 

¿Qué diablos?  Pensé.

Esa acción me hizo recordar lo que sucedió esa misma tarde... Cerré mis ojos

Aun podía sentirlo. La manera en que Sebastian me quitaba el parche acariciando mi rostro con gentileza, y como olvidar la forma en que su mirada me dejó completamente vulnerable. Esa última palabra me hizo estremecer. 

Así es... al lado de él yo era completamente indefenso.

Abrí mis ojos de golpe al sentir como mi cuerpo reaccionaba a ese recuerdo, y vaya sorpresa... él estaba ahí. Inclinando su cabeza para quedar justo frente a mí.

-...¿Qué? ¿Qué quieres? -Casi por instinto le cuestioné. Realmente era imposible comprenderlo y mucho menos adivinar que estaba pasando por su mente. 

-Mañana. -Dijo para luego guardar silencio.

-¿Qué sucede mañana?-Pregunté ingenuo. Aunque claro, no podía olvidarme de la estúpida cita en la que me había metido.