Un día despejado en Londres, clima templado y calles parcialmente libres. Perfecto para cualquier recorrido. En medio del bullicio se pasea un fino carruaje, digno de cualquier noble reconocido. Las personas se giran para mirarlo al escuchar el sonido del galopeo y las ruedas golpeando contra los inestables caminos. Miran curiosos, tratando de adivinar quien es el noble que ha decidido pasar por las calles de la hermosa ciudad.
Dentro del carruaje se encuentran dos personas destinadas a cumplir con las obligaciones que se les fueron impuestas... Yo soy una de ellas.
Amo y mayordomo disfrutan de su cita con una compañía envidiable para el resto de caballeros, un par de damas jóvenes... Al lado del apuesto caballero de ropas negras que cubren su esbelto cuerpo y resaltan su intensa mirada se encuentra Paula, la fiel servidora de Elizabeth Midford, mi prometida, quien está sentada a mi lado. Su inocente y joven vestimenta la hacen resaltar con sus cabellos dorados, sin duda posee todas las características dignas para ser la futura esposa de un reconocido conde como yo.
Todo en esa escena es sinónimo de perfección. Las cosas son como deben ser, cada quien con la pareja que merece tener... Entonces... ¿Por qué tu y yo no dejamos de intercambiar una intensa mirada que refleja el deseo prohibido que nos persigue?
Elizabeth y Paula sostenían una conversación. No podría estar menos interesado en sus palabras. Sus voces resonaban muy lejos de mi mente, ni siquiera estaba haciendo un esfuerzo por prestar atención. En ese instante mi concentración estaba más interesada en seguirle a Sebastian ese pequeño juego de miradas.
Desde el momento en que subimos al carruaje no pude dejar de sentir la mirada de Sebastian sobre mí, muy atento a mis movimientos y reacciones. Yo por mí parte no fui muy distinto a él. No pude evitar girar mi mirada hacia él en múltiples ocasiones, y siempre fui descubierto, obligándome a ver a otro lado. Finalmente nos rendimos a no apartar la mirada del otro...
Pasamos al rededor de varios minutos de esa manera... Elizabeth y Paula seguramente estaban demasiado emocionadas como para siquiera fijarse en ese detalle. Fue mejor así. Si ellas se enteraran de lo que sucede realmente o incluso de lo que pasó en mi mansión, sería un caos completo.
Ese último pensamiento me trajo a mi realidad.
Él es mi mayordomo, un hombre mayor, sin mencionar que tampoco es humano... No importa por donde se vea, somos un error en conjunto que no puede suceder...
Soy Ciel Phantomhive, el Conde Ciel Phantomhive. Tengo responsabilidades, reglas que acatar y por sobre todo una venganza por cumplir. Así es... no podía permitirme seguir cayendo en ese profundo abismo de tentaciones. Me obligué a apartar mi mirada finalmente, tenía que parar con ese juego.
-¿Estás emocionada?-No era costumbre mía comenzar una conversación, pero lo usaría como una escapatoria. Una clara escapatoria de él.
-¡Demasiado!-Respondió Elizabeth con una deslumbrante sonrisa...
La miré fijamente y sonreí de regreso, tan falso como ya estaba acostumbrado a corresponder. Me gustaría decir que la sonrisa de Lizzy me generaba algo, o que al verla podía sentir cosas diferentes... Siempre pensé que no lo hacía porque ese tema aún no era de mi interés, y mi mente estaba concentrada en la venganza. Llegué a convencerme que con el tiempo mis sentimientos por ella surgirían, si es que vivía lo suficiente para cumplir mi compromiso. Sin embargo, mis sospechas crecían cada vez más... Jamás iba a poder verla de esa manera.
-¿Adónde nos dirigimos? -Cuestionó Paula entrometiéndose en la conversación.
Me giré para darle una mirada lo suficientemente amable, aunque ni siquiera yo sabía nada al respecto. Sebastian se adelantó a responder, captando toda la atención de Paula.
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Never Forget
FanfictionNever Forget El Conde Ciel Phantomhive se encuentra melancólico debido a que la fecha del momento que marco su vida está cerca...El día en el que lo perdió todo... Una fiesta se llevara a cabo semanas antes de "ese dia" y el Joven Conde no esta de...