Escena 10: Posibilidad

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Mis labios eran tomados con completa ansiedad. Podía sentir cada parte arder luego de que Sebastian dejara un rastro de pequeños besos sobre ellos antes de volver a unirlos por completo. Mantenía el ritmo lento, tal vez por mi evidente torpeza al no saber cómo corresponder el beso de la mejor manera, pero podía decir con certeza que se estaba tomando todo el tiempo posible para disfrutarlo y posiblemente memorizar cada parte de mis labios.

Podía sentir mi propio cuerpo temblando y derritiéndose ante la desbordante sensación de sus besos... Realmente lo necesitaba, necesitaba sentirlo otra vez, todo aquello que recorrió mi cuerpo cuando mi primer beso fue tomado por él.

Presioné mis manos contra la puerta que tenía detrás de mí, intentando mantenerlas quietas. Deseaba poder rodear mis brazos en su cuello como la primera vez para poder profundizar nuestro beso mucho más, pero no quería ser quien diera el primer paso, ya había tenido suficiente con tener que pedirle que me besara. Había sido inevitable no hacerlo... De alguna forma necesitaba borrar lo sucedido en mi cita con Elizabeth.

Más tarde me arrepentiría de haberlo hecho, de haberme expuesto de tal manera. Sin embargo, ignoré todos esos abrumadores pensamientos que me traían agotado... En ese momento quería concentrarme solo en memorizar hasta el último sentimiento, grabar su aroma y guardar en mi memoria la manera en que parecía que sus labios y los míos estaban hechos el uno para el otro. Todo en caso de no poder volver a experimentarlo nunca más...

Fue un beso largo, más de lo normal, más de lo que se esperaría de dos personas que solo estaban experimentando. De pronto eso dejó de ser suficiente para mí y nuevos pensamientos comenzaron a invadirme sin previo aviso ¿Cómo se sentiría la textura de sus manos sobre mi piel sin aquella tela molesta que siempre interfería? ¿Cómo se sentiría su cuerpo bajo mi tacto? ¿Cómo se sentiría ser cargado por él para permitirme enrollar mis piernas en su cuerpo y continuar con ese beso? ... ¿Qué pasaría si de pronto abriera la puerta y comenzáramos nuestro recorrido hasta mi cama? Ese último pensamiento fue mi perdición.

Estaba completamente condenado.

Asustado por mi propia mente puse mis manos sobre su pecho para intentar apartarlo. Entendió mi acción y se separó levemente, quedando lo suficientemente cerca para poder sentir mi agitada respiración. No me atreví a mirarlo a los ojos.

Juntó nuestras frentes en un suave toque que me hizo estremecer, definitivamente no podía seguir negando que cuando se trataba de él no había ni una barrera que quisiera levantar. Él era libre de invadir todo mi espacio personal de la manera que quisiera... Por supuesto nunca se lo diría y tampoco se lo demostraría.

Jugueteamos con nuestras narices un poco, dando pequeños roces mientras mecíamos nuestras cabezas de un lado a otro. Nunca había hecho algo como eso y aun así ahí estaba, actuando de una manera desconocida y poco aceptable para alguien en mi posición.

No pude descifrar ese gesto... Tampoco fui capaz de leer la situación.

¿Qué estaría pasando por su mente? Me hubiese gustado saberlo de alguna forma. Después de todo, aunque nuestra relación jamás fue convencional o normal, nunca fuimos del tipo que discutiéramos sobre los sentimientos del otro... Éramos de la clase que pasaban juntos todo el tiempo sin dirigirnos la palabra, de la clase que se mantenía a raya de los asuntos del otro, de la clase que lanzaba indirectas y acertijos en lugar de hablar de manera directa... En conclusión, él no hablaría si yo no preguntaba, y por supuesto yo no lo haría.

Eso seguramente complicaría más las cosas.

Me quedé ahí con los ojos cerrados, solo disfrutando de su cercanía. Finalmente me dio un último beso en los labios que me tomó desprevenido y luego dijo.

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