Escena 8: Cita (Parte I)

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La vida en una mansión es monótona. Cualquiera pudiera dar por sentado que una vida llena de lujos es algo bastante placentero y hasta perfecto. No podrían estar más equivocados. 

Mi vida acá siempre fue sencilla. Tengo vagos recuerdos de haber convivido con mi familia, mi salud no me lo permitía. Los sirvientes se encargaron de mí en la mayor parte de mi infancia. Mi cuarto siempre estuvo repleto de juguetes que seguramente deberían compensar la falta de contacto con el exterior. No se me permitía salir. Siempre vi todo a través de mi pequeña ventana, acorralado entre cuatro paredes adornadas para disfrazar el hecho de que mi vida estaba resumida a pasar en esa habitación, solamente imaginando como sería todo fuera de mi pequeña prisión.  

Rara vez exploré los alrededores. En pocas ocasiones se me permitió salir a los jardines. Fueron aún menos las veces que tuve la oportunidad de salir de la mansión. Aun así lo recuerdo todo, recuerdo como se veía todo en la mansión antes de ser consumida por las llamas. No es que todo cambiara demasiado, sigue siendo igual de lujosa, grande, refinada y limpia, pero el entorno se siente distinto. Esta nueva mansión no es más que una inmensa máscara, un inmenso telón que encubre los pecados y desgracias que le conciernen. 

La nueva mansión es como yo... Solo una mentira que finge ser algo que alguna vez existió.

Un nuevo día más. Este era otro de esos días en que debía aferrarme a mi nombre y cumplir las expectativas que este traía. Al igual que un título, debía estar a la altura para ser el conde Ciel Phantomhive. Debía ser sencillo para alguien que construyó su vida desde cero luego de que todo le fue arrebatado, no obstante algo había comenzado a cambiar. 

En unos minutos me encontraría con mi prometida y, al igual que en muchas ocasiones, debería encargarme de que ella tuviera a su lado al mejor novio de todos, tal y como se esperada de mí...Sin embargo... ¿Cómo se suponía que me enfrentaría a ella cuando mi mente estaba negándose profundamente a olvidar los labios de mi mayordomo?

Era completamente patético. Solo había sido un beso cualquiera, nada por lo que debería alarmarme. Eso no cambiaría el rumbo de mi vida, ni tampoco cambiaría la existencia de mi compromiso. Por supuesto, no significaba que había cometido alguna clase de infidelidad, especialmente cuando ni siquiera había sido con una persona.

Me miré al espejo antes de salir de mi habitación y actuar mi papel de siempre. 

Me gustaría decir que vi determinación en mis ojos, pero no era así. Solo veía duda, algo que no podía permitirme.

Tenía que olvidarme de ello y de mis inadecuados pensamientos que cargaba conmigo desde hace varios días. Debía acallar aquellas dudas que estaban floreciendo. Apaciguar el deseo de abandonar el espectáculo, y por sobre todo... Ignorar los sentimientos que me estaban confundiendo.

-Joven Amo.-Una voz familiar me hizo salir de mis pensamientos. Me giré hacia él. Era el señor Tanaka. -Lady Elizabeth acaba de llegar.

Asentí levemente y luego él se retiró.

No había visto a Sebastian desde que me dejó en mi habitación después de nuestro pequeño encuentro en la cocina. Me pidió que durmiera unas horas más antes de prepararme para mi cita. Evidentemente no pude conciliar el sueño. Él tampoco vino a despertarme, en su lugar mandó al señor Tanaka. El antiguo mayordomo de la familia Phantomhive se encargó de mí esa mañana, internamente agradecí eso, no estaba listo para encontrarme a solas con él.

Me di un último vistazo al espejo y suspiré. Me sentía agotado y no haber dormido no ayudaba a que la idea de que debía pasar un día entero al lado de Lizzy me simpatizara demasiado. Por lo menos mi apariencia seguiría engañando a cualquiera. 

Never ForgetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora