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Volver a Italia fue relajante para mí, ir al doctor sumamente necesario, y cuando me indicó que debía reposar más tiempo debido a la fisura de un hueso, Giovanna se encargó de encerrarme en mi habitación. Y tampoco me quejo, tengo un permiso en el trabajo por quince días más así que por mí está genial.

Lo único que me desagradó de haber vuelto fue el sermón que me gané por parte de mí mejor amiga. Ella cree que soy una estúpida al saltar desde un segundo piso. Y no la culpo, yo también creo que fue estúpido. Arriesgue mi propia vida a cambio de mucho. Pero de todos modos no fue necesario hacerlo.

Mi rutina está marcada desde que volví, despierto a las nueve de la mañana, desayuno a las once, veo televisión dos o tres horas, almuerzo a las dos de la tarde, hablo con Ruggero una hora y duermo el resto del día. Me gusta vivir así, lo que no me gusta es usar esos parches térmicos que hacen que me arrepienta de ser tan impulsiva.

Quema, arde y todo lo relacionado con ese tipo de dolor. Pero el doctor dice que disminuirá mi dolor muscular y le creo. Aunque ya haya pasado un mes y medio de mi caída monumental.

Al menos mi consuelo es saber que Ruggerito está bien. No ha avanzado nada en sus famosas investigaciones, pero ha asegurado que está bien.

Hace unos días me llamó diciendo que su destino había cambiado a Holanda, los rastros del niño se borran cada vez más rápido y es solo cuestión de tiempo para perderlos definitivamente. Yo solo espero que acabe con esto tan rápido como pueda, ya no soporto la idea de escucharlo decaído cada vez que hablamos.

Yo sé que Ruggero no está nada bien y quiero ayudarle. Por su propio bien.

Él me pidió que no comentara nada de esto, que guardara silencio y que se tratase de un secreto entre nosotros, más sus amigos, por supuesto. No quiere que sus padres se enteren, pero tampoco quiere que yo pregunte respecto a Candelaria. No comprende que yo necesito saber la historia y estar preparada para lo que se venga.

Ansiosa dejo el libro que acabo de terminar de leer sobre la mesa y me dedico a mirar por la ventana. Estoy cansada de estar sentada en el balcón. Necesito salir de aquí y hablar con Isaac.

Él prometió contarme absolutamente todo, porque sabe que esto no puede ser más malo de lo que ya es.

Pero para ser sincera, dudo que se atreva. Ruggero ya le ha pedido que guarde silencio y me enoja. No sé si pueda esperarlo a él para que me cuente la historia.

─ El almuerzo está listo, Karol. ─ avisa Giovanna desde abajo y suspiro.

─ Bien, Karol. Es obvio que Pasquale está aquí así que vas a sacarle la verdad quiera o no.

Salgo del balcón y dejo mi libro sobre la cama antes de ir al baño a lavar mis manos y a arreglarme el cabello para verme algo presentable ya que cabe recalcar que ni siquiera me he peinado estos días. Soy un completo desastre andante.

Cuando salgo de bañarme no me molesta en nada más que dejar que se seque por completo antes de recogerlo en un moño alto. Probablemente termine calva para cuando me decida por volver a peinarme.

Una vez en el comedor me encuentro a los cuatro mejores amigos de Ruggero y enarco una ceja evidentemente confundida. ¿Desde cuándo Giovanna recibe a tantos hombres en la casa?

Sonrío cuando noto a la bebé Rivas en brazos de Manuel y me acerco de inmediato. Me encanta ver dormir a los bebés. Son tan preciosos que los comería a besos.

La bebé de solo cinco meses es tan preciosa que me cuesta creer que es real. Se parece tanto a su madre. Y cabe recalcar que Irene es muy linda.

No sé si exista una pareja capaz de sacar bebés tan preciosos como ellos.

2.- El verde de sus ojos; Por segunda vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora