8. Ultimátum

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—Día tres de "Manteniendo mis manos lejos del cuerpo sexy y peludo de Husk". Estoy empezando a perder el sentido de la realidad. ¿Es este el final? ¿Estoy viendo la luz al final del túnel... otra vez?


—No puedo creer que hayas comprado una grabadora de bolsillo para esto. En realidad... sí, puedo creerlo, totalmente.


Angel le dirigió una mirada dramática, entrecerrando sus ocho ojos por un segundo antes de presionar nuevamente la grabadora, sin apartar la vista de ella ni una vez.


—Actualización: Vaggie sigue siendo una perra total. ¿Está celosa de mi hermosa apariencia? Posiblemente. Lo más probable es que sí.


Ella puso su ojo en blanco ante esas palabras, claramente más que acostumbrada a sus descarados comentarios, volviendo a leer el periódico con un suspiro. Charlie, entrando en la cocina, no parecía pensar igual.


—Angel, eso no fue muy amable. Por favor, discúlpate.


—Ugh... está bien. Lo lamento, Vaggie—rodó los ojos con tanta fuerza que temió que se quedaran así para siempre. Una sonrisa satisfecha apareció en su rostro un momento después mientras bajaba la voz—. Lamento que no seas tan bonita como yo.


—¡Angel!


Se rió de buena gana, echando la cabeza hacia atrás y golpeando la mesa.


Los últimos tres días habían sido todo un desafío. Ver a Husk todos los días, y no coquetear con él, ni siquiera una vez... fue más difícil de lo que esperaba. Aún así, encontró formas de doblegar las reglas implícitas, por supuesto.


Como la forma en que accidentalmente dejaba caer cosas frente a él, agachándose para recogerlas muy lentamente. O la forma en que ponía su boca alrededor de cualquier cosa remotamente fálica y comestible, con el demonio felino casualmente en su línea de visión.


Eso ciertamente llamaba su atención. Por lo general, Husk ponía los ojos en blanco y miraba hacia otro lado de inmediato, aunque Angel podía notar que estaba abochornado. Aun así, despejaba su mente con algo de su confiable alcohol barato y seguía con su día. No daba signos de querer poner fin a la sequía que él mismo había impuesto.


Y tal vez Angel estaba siendo un poco dramático, con su grabadora de bolsillo y actualizaciones que nadie más escucharía, pero en realidad sentía la falta de contacto.

Hábitos de mi Corazón [AngelHusk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora