10. Tercero en discordia

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—Toma una carta. No me la muestres. Sólo mírala y ponla de nuevo en la baraja. Tienes que recordarla, ¿entendido?


Husk había estado de mejor humor últimamente, y eso había tomado a casi todos por sorpresa, con la excepción de unos pocos.


Alastor era dueño de su alma y podía sentir cualquier cambio en su comportamiento.


Myers no lo conocía bien, por lo que apenas podía notar la diferencia.


Y Angel era la razón de tal cambio.


—¿Listo?


Myers miró al rey de corazones en su mano por última vez, y permitió que Angel lo viera también, antes de asentir y volver a poner la carta en el mazo, como le habían dicho. El demonio gato agarró las cartas y comenzó a barajarlas a un ritmo increíblemente rápido, ante los ojos atentos de las otras dos personas en el bar esa noche.


Finalmente se detuvo, colocándolas en la superficie de madera y escogiendo una, aparentemente al azar.


—¿Es esta tu carta?


Husk levantó el cinco de espadas delante de ellos. Los dos compartieron una breve mirada por un momento, y Myers negó lentamente con la cabeza, mientras que Angel se rió en voz alta, sin importarle lo tarde que fuera.


—¡No! ¡Y yo pensé que no eras un estafador!—exclamó, tomando el resto de su bebida con una pequeña sonrisa burlona.


Aparentemente sorprendido, Husk miró la carta que había sacado y levantó sus cejas pobladas.


—Bueno, mierda... supongo que me equivoqué, ¿eh?—volvió a tomar las cartas y se encogió de hombros cuando comenzó a barajarlas de nuevo. Se detuvo un momento después—. Esperen. ¿Qué hay de la que está dentro de esa extraña pelusa tuya, Angel?


El demonio araña se sobresaltó un poco ante esas palabras, y habría defendido su querida pelusa si la curiosidad no se hubiera apoderado de él. Ante los ojos de ambos, metió una mano dentro y comenzó a revisar allí, aparentemente teniendo mucho espacio para cubrir.


De repente se detuvo.


—No. Puede. ¡Ser!—sacó la mano y en ella...

Hábitos de mi Corazón [AngelHusk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora