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Miraba hacia el frente, sentada en aquella silla de madera cuando ella salió de la caravana con las dos copas de vino.

- Su copa señorita.

- Perdona, no sabía que la había dejado dentro.

- No te preocupes, esta todo bien.

Le sonrió, y la rubia miró con admiración aquella hermosa sonrisa.
Volvió a desaparecer, dejándola sola con sus estupidos pensamientos.

Se llevó una mano a la cabeza mientras miraba hacia la oscuridad del mar, buscando una respuesta para todas las preguntas que pasaban por su mente en aquel instante.

No quería pensar en su padre, mucho menos en su prometido, el cual no había parado de llamarla desde que se fue.
No le fui difícil conseguirlo, pues cuando la pelinegra volvió a salir en su encuentro sus ojos se centraron en ella y en nada más.

- Una ayudita aquí plis.

Valentina soltó una carcajada levantándose rápidamente para ayudarla con los platos.

- Dios cuanta comida has sacado.

- Veras como no queda nada al final.

Juliana la miró mientras se sentaban en la mesa, resaltando lo bien que le sentaba aquel recogido en su pelo.

Aclaró de forma exagerada su garganta, volviéndose a levantar y colocando una mano detrás de su espalda.

- ¿Qué haces?

Valentina observó todo divertida, mirando sin querer y de forma disimulada toda su figura.

- Buenas noches señorita. Le explicaré en qué consiste la cena de esta noche.

- A ver, sorpréndeme.

La rubia colocó sus dos manos encima de la mesa y estiró su espalda, colocando su mejor cara de seriedad antes la situación.

- Pues he preparado una cena en plan picoteo, muy típica por cierto. Esta consiste en una deliciosa tortilla de patata, un exquisito repertorio de queso y jamón Serrano, empanada gallega y por último y no menos importante, las croquetas de la abuela.

Juliana estalló en carcajadas al decir lo último, seguidas por las de la rubia que había reído de forma silenciosa durante todo el discurso.

- ¿Croquetas de la abuela, es neta?

Juliana se tiró en su silla sin dejar de reír, viendo como la rubia limpiaba unas cuantas lágrimas de sus claros ojos.

- Oye es verdad, mi abuela me preparó la masa para el viaje. Están muy buenas, pruebalas.

Valentina la miro con una mueca burlesca, estirando su mano para coger esa especia de masa rebozada y frita.

Juliana la miraba con una sonrisa, bebiendo tranquilamente de su vino blanco.

Finalmente llevó aquella masa a sus labios, mordiéndola suavemente, quedando sorprendida por aquella rara textura y aquel exquisito sabor que le inundó la boca.

- Mmm, esto está riquísimo.

Valentina habló entrecerrando los ojos y colocando una mano en su boca, haciendo que la pelinegra soltase una pequeña carcajada mientras la observaba.

- ¿Si verdad?

- Si, neta le vas a tener que pedir la receta a tu abuela.

- Oh no, por mucho que yo intentase hacerlas no sabría, la abuela es la chef de las croquetas. Bueno prueba todo, está todo riquisimo.

Atreverse a olvidar - Juliantina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora