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El irritante sonido del móvil resonó por toda la habitación.
Valentina levantó levemente la cabeza aún desorientada bajo los brazos de Juliana, alcanzando su celular de la mesita de noche sin siquiera mirar.

- ¿Diga?

- Hasta que contestas Valentina.

Abrió los ojos por completo, enderezandose en la cama mientras intentaba taparse con las sábanas.

- ¡Qué mierda se supone que estás haciendo Valentina!

- Lucho, ¿cálmate si?

Se levantó de la cama atropelladamente, sosteniendo su teléfono con su mejilla y hombro mientras comenzaba a vestirse.

- ¡Qué me calme, es neta!

Miró por última vez el cuerpo desnudo de Juliana en la cama, suspirando antes de salir de la caravana para no despertarla.

- Lucho, yo te dije que necesitaba un tiempo y eso es lo que estoy haciendo.

- ¡En España!

Valentina avanzó hasta la pasarela de madera, dirigiéndose hacia la orilla.

- ¡Pues dónde yo quiera!, para eso soy adulta.

- Pues no te comportas como tal.

Se dejó caer en la suave arena, abrazándose a si misma con su brazo libre para protegerse de la brisa que acariciaba su cuerpo.

- Mira Lucho, no estoy para que me des lecciones de moralidad.

- Ya andas de perra por ahí ¿verdad?

Llevó una mano a su frente conteniendose para no gritar una vez más.

- Estás mal de la cabeza, definitivamente.

- No digas que no Valentina, seguro y ya te la metieron como cinco diferentes.

- ¡No voy a permitir que me faltes el respeto de esta manera!

Dentro de la caravana, Juliana se levantó sobresaltada ante el grito que rompió el silencio del amanecer.
Se giró en busca de la rubia, asutándose al no verla a su lado. Se vistió lo más rápido que pudo, colocando torpemente su camisa mal abrochada.
Salió del vehículo, sintiendo su cuerpo relajarse al verla sentada en la orilla. Estuvo a punto de acercarse, pero decidió mirarla desde la distancia antes de hacer el siguiente paso.

- ¿Tengo que recordarte cuando el año pasado te acostaste con tu secretaria Lucho?

La morena levantó las cejas sorprendida, sintiéndose un poco incómoda de llegar a escuchar esa conversación.

- Es fue distinto...

- Claro, como tu eres un hombre no pasa nada, tienes derecho. Es que ni siquiera tienes pruebas de que yo haya hecho todo lo que estas diciendo y te estás poniendo así, y yo teniendo pruebas de que lo tuyo es verdad tengo que perdónarte porque mi padre dice que es normal en las parejas que están a punto de casarse.

- Vamos Val...

- Que te jodan.

Colgó el teléfono, sintiéndose frustrada y superada nuevamente tras esos días de gloria.
Escondió la cabeza entre sus piernas, dejando que el frío calase esta vez en sus huesos.

Juliana decidió acercarse finalmente, llegando silenciosamente hasta su lado, pasando lentamente la mano por su fría espalda. La rubia la miró con ojos cristalinos, haciendo un hermoso puchero que la mató de ternura.

- Ven aquí.

No tardó en abalanzarse sobre ella, colocando su cabeza en su pecho y introduciendo su mano por su fina camisa, acariciando su cálido estómago.

Atreverse a olvidar - Juliantina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora