Capítulo 03: El cazador

457 62 9
                                    

Esos mensajes extraños...

Eran un estado.

Cómo dios, jamás me preocupe de esas cosas por muchísimo tiempo. Bastaba con mi instinto para identificar el poder de pelea del enemigo.

¿Cómo era posible que ahora no tuviera ni la decima parte de mis poderes?

Lo real estaba frente a mi. El humano llamado Kato y su estatus como Master, yo como un compañero bestia renombrado Sponchi.

Para colmo mi apariencia era distinta.

Aprecie la contextura de mi musculatura, es decir, no había nada a lo cual pudiera llamar realmente músculo.

Mi pelaje tenía doble capa, una pelusita afelpada propia de los cachorros, incluso mi cola estaba esponjada.

Marque una de mis patas en el fango, demasiado pequeña, mi altura, mi largo. Nada estaba en las proporciones correctas.

Incluso mi gruñido se escuchaba extraño, infantil incluso.

Tenía que averiguar el origen de mi problema, pero nada venía a mi memoria, nada.

Sin darme cuenta ya estaba deglutiendo otro bocado de carne.

El humano fijaba su cara en la mía con alegría.

¡¿Qué miras asqueroso?!

Ante mis insultos, el solo se reía y retrocedía un poco, pero no temia a volver a mirarme a los ojos.

Sin embargo, no había hostilidad en sus maneras. Incluso su trato era igualitario, como si yo fuera un semejante, como si fuéramos amigos.

¡Agh! ¡Que asco!

—¿Quieres más Sponchi?

Mi cara dijo no, pero mi estupido rabo dijo ¡si!

Me contuve de seguir comiendo antes de terminar inflado. Tampoco podía arriesgarme a sufrir indigestión, incluso si la carne estaba cocinada y era fácil de digerir. Mi poderoso cuerpo estaba débil y recibir tanto alimento podría estropear su frágil estado.

Con lágrimas en los ojos rechacé la ofrenda.

Decidí clamar mi mente, observar y analizar a fondo la situación.

Para entender debía aprender.

Primero: Qué quería ese humano de mi.

Segundo: Cómo fue que me capturó.

Tercero: Cómo liberarme de su opresión y por último averiguar como podía regresar a mi montaña.

El humano comenzó a andar a paso lento y con orgullo. Yo avanzaba con cautela, con las orejas tensas y aplanadas, el rabo casi paralelo al piso. Avanzando así, parecía un zorro.

Hablando de zorros.

Mi consejero espiritual era uno. Un zorro blanco con poderes lunares y de espectro: Byan'ko el rayo de luna.

Por algún extraño motivo su rostro arribó a mi memoria, como si tratará de advertirme de algo. O quizá ese desgraciado me estaba gastando una larga y tortuosa broma.

—Esta es la puerta del pueblo Sponchi. A partir de ahora tu hogar está aquí, hasta que seamos lo suficientemente fuertes para mudarnos a una zona de mayor nivel.

Niveles.

Esos humanos mencionaron algo de mi nivel.

Lobo nivel 1.

Imposible. Los dioses llegan a tal punto de poder, que el sistema no puede más que clasificarlos.

Dioses guerreros, guardianes, creadores, de la muerte. No los hay débiles o fuertes, solo tenemos distintas funciones. Por lo tanto, un nivel es irrelevante.

El hecho de tener un nivel me obligó a estremecerme.

Significaba algo muy malo: ya no era un dios.

Era obvio. Regresar a la montaña en ese estado era peor que el suicidio.

Recordé los días de asedio, los humanos atrevidos eran mínimo nivel 90. Los de nivel 100 a duras penas podían verme antes de morir.

—Sponchi, tenemos que subir de nivel.

Eso era. Me faltaban como mínimo 88 niveles para siquiera poder ingresar a los bordes de mi recinto.

¿Pero cómo? ¡¿Cómo podía subir de nivel?!

—Tenemos que explorar el bosque, completar unas misiones y sí es necesario derrotar enemigos.

¿Por qué, por qué las respuestas no venían a mi? La desesperación comenzaba a inundarme. Jamás me sentí tan acorralado.

—¡Vamos!

¡Ahhh!

Mi cuerpo empezaba a moverse solo otra vez. La cuerda, la había olvidado. Esa cosa me mantenía atado al humano. Si lograba romperla, entonces podía ser libre de hacer lo que quisiera.

Tenía que matar al humanillo.

—Veamos... Mirna dijo que necesitaba unas hierbas rojas con forma de lechuga.

Era tan ridículo. Un humano joven, sin ambiciones, flaco, patético. El mundo no se estaba perdiendo de nada.

[Cuerda irrompible tiempo restante (15 segundos)]

En muy poco tiempo sería libre otra vez. Juajaja.

Antes de siquiera realizar un movimiento asesino, mis instintos de supervivencia me pusieron en guardia.

[Pollo Kelso]

¡Puko!

Ummm.. pollito asado. Creo recordar ese sabroso manjar.

Bueno, pensándolo bien quizá podía conservar un poco más al humano, lo necesitaba para cocinar mi comida.

—Cuidado Sponchi... Ese pollo...

Algo me inquietaba, Kato tenía cara de trauma severo.

¡¿Que?! ¿Qué significa a eso? ¿Qué tenía ese pollo de especial?

—Es nivel 2.

¡¡¿Y eso que?!! Es un pollo, ¡un pollo!

La legendaria mascota del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora