Capítulo 02: El esclavo

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Mi cabeza comenzó a temblar, trague con dificultad la carne y lleve mi pata al cuello... La cuerda, la estúpida cuerda brillante rodeaba mi pelaje, encontre mí musculatura excepcional prisionera de un objeto inocuo.

-¡Si! Lo logré, ¡un lobo nivel 1! No lo puedo creer, al fin seré un verdadero cazador.

El humano brincaba mientras se jalaba la melena grasosa. Incluso lloraba sin borrar la estúpida sonrisa de sapo más horrenda que haya visto en mi vida.

¡¿Qué estaba celebrando?!

Exigí una explicación, pero mi poder mental no llegaba a su inmunda mente. Emití otro gruñido y desesperado trate de arrancar la cuerda.

[Alerta: Cuerda irrompible, tiempo restante (30 minutos)]

Esos malditos mensajes absurdos no dejaban de aparecer uno tras otro. Me lance para atacarlo y entonces se le ocurrió hacer lo impensable.

[Te han nombrado: Sponchi]

Fue lo último que supe de mi.

El shock mental me derrumbó sobre mis poderosas patas, incrédulas de perder la fuerza tan repentinamente, tanto ellas como yo abandonamos toda esperanza.

Yo, el poderoso dios de la montaña de la nieve eterna de los lobos, guardián de la ventisca y el hielo, el poderoso lobo de plata, padre y amo de los lobos de montaña... Había enfrentado mi fin y había perdido ante un patético humano.

Ese fue el día en que Raou fue capturado y secuestrado por un cazador humano... Y renombrado con el nombre más aborrecible que a un dios le puedan dar.

Sponchi...

.

.

.

Me despertó el extraño dolor sobre mi costado izquierdo. La sensación era extremadamente incómoda. Mis costillas se sentían oprimidas, ni mencionar mi pelaje mullido y sucio.

Aunque mis sentidos estaban adormecidos, mi prodigiosa nariz no mentía.

Olía a una desagradable mezcla de salitre, sudor, saliva, orina y sangre.

Era el repugnante aroma de los humanos.

Jamás lo sentí tan intenso, jamás.

La sangre era habitual en la montaña, pero la vitalidad humana solo fue derramada ante mi presencia en los tiempos de guerra. Está era sangre caliente, viva.

En epocas modernas, a veces algunos se sentían con suerte y se adentraban para conseguir tesoros ocultos bajo la nieve perpetua de mi gloriosa morada.

Pero nadie salía victorioso al enfrentarse a mi. Por eso era invencible, una leyenda viviente: Raou el dios de la montaña. La sangre de esos humanos ya estaba bien fría cuando caía ante mi.

Decidí quedarme quieto. Mis extremidades permanecían adormecidas. Necesitaba recuperarme de sea cuál sea el daño que me habían hecho.

Y pensar que por milenios nadie había podido hacerme nada hasta ese día.

Entonces, mis oídos detectaron unas voces difusas.

Una arpía hablaba sobre mi.

-¿Seguro que sigue vivo? Iug, Kato, creo que ya se echo a perder.

Instintivamente comencé a gruñir entre sueño y vigilia.

-¡Esta más vivo que nunca! Miralo, esta saludando. Di hola Sponchi. Ves, solo está un poco cansado.

El pie del humano comenzó a moverme. La ira se acrecentaba en mi cuerpo adormecido, las ansias de matar hervían agitando mi espíritu de venganza.

-Entonces ¿Estás seguro de que es un lobo? Jamás he sabido de un lobo nivel 1, menos de uno tan... Cómo decirlo, pequeño y flaco.

-Es joven, creo que apenas tiene unos seis meses, pero es un lobo legítimo. Mira su estatus.

¡¿Qué?! ¡¿Estatus?! ¡Que atrevido!

Me levanté y comencé a gruñir. No pensaba soportar otra humillación.

¡Juajaja!

Mis fuerzas estaban recargadas, podía sentir la magia fluyendo desde mi núcleo.

-¡Se está haciendo pipí! Kato sácalo de la posada antes de que el maestro lo haga.

-¡Sponchi malo! Afuera.

¡Inmundo simio! Cómo se atrevía a darme una orden?

[Comando recibido: Salir de la estancia]

¡¿Eh?!

Mis patas, mis patas de lobo se movían solas, ¿qué brujería era esa? ¡¿Por qué?!

La luz detrás de la puerta me cegó por un momento, demasiados humanos, animales comunes, cosas que se movían sobre círculos jaladas por caballos sin brillo en los ojos.

Pum, pum, pum.

Mi pecho estaba estallando, era un latido de ansiedad. No recordaba si alguna vez había experimentado algo así.

Entonces mi garganta emitió el ruido que jamás creí articular, un quejido.

El agudo lamento de un cachorro asustado.

Una pesadilla. ¡Una pesadilla!

Estatus, lobo nivel 1, Sponchi...

Nada tenía sentido.

Era el prisionero de un humano común, uno que ni barba tenía en la cara y aparte apestaba a leche cuajada. Una mujer fea se burló de mí. Me orine como una cachorra de dos meses.

¡Oh fortuna! ¿Ese era mi destino al final de los tiempos?

¡¿Acaso fui asesinado y este era el infierno del que tanto oí hablar?!

-Sponchi... Amigo ¿qué tienes? ¿Tienes hambre?

El humano saco otro pedazo de carne.

¡Maldito insecto! Creía que podía convencerme y librarme de mi tormento con un simple trozo de...

Uh. Ese trozo está más grande y jugoso.

-Eso Sponchi. Tranquilo, yo soy tu amigo. Juntos seremos los mejores cazadores.

¡Al demonio!

Me prepare para atacarlo directo en la yugular como un felino cualquiera.

¡¿Qué más daba?!

Solo quería ser libre, solo quería regresar a mi montaña y despertar de ese sueño amargo.

[Alerta: El compañero bestia no puede atacar al máster]

¡¿Qué?! ¡Máster! ¡Yo no soy el esclavo de nadie!

La legendaria mascota del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora