Capítulo 12: La flecha de viento

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Pasamos dos meses cortando madera, puliendo armas, recolectando materiales y haciendo la limpieza. Gané peso y musculatura, entrenar con el anciano resultó más benefico de lo esperado.

Kato y yo logramos aumentar a nivel 4. No teníamos tiempo de aumentar la experiencia como aventureros, pero en cuanto a habilidades útiles para la profesión de armero estábamos al nivel 7.

Mi olfato me resultó bastante útil para detectar hierbas y resinas, agudice mis sentidos de tal forma que jamás imaginé. Podía detectar huesos secos, cuero de buena calidad, filones de mineral y escamas.

Cuidar la armería de noche me permitió detectar presencias en la oscuridad con facilidad, cazar polillas para entretenerme mejoró mis reflejos y agilidad. Para nuestro nivel estábamos el tope en estadísticas y listos para aumentar de nivel.

Kato mejoraba en la creación de arcos y el conocimiento del anciano resultó invaluable. Por momentos la calidez del taller me recordaba viejos tiempos, tiempos muy olvidados en mis difusas memorias.

Todo ese tiempo me hacía pensar en la montaña como un sueño lejano, me acostumbraba más y más a la presencia de los humanos, a verlos entrar y seleccionar un arco o lanza, a evaluar la calidad de las flechas y los filos de las hachas. Aprendí de sus expresiones, a identificar sus intenciones o estados de ánimos no solo por sus aromas sino por sus expresiones físicas y vocales.

Nunca imaginé que aprendería tanto de ellos, a esos seres que consideraba estorbos más que enemigos. Pero me sorprendió más aún, mi creciente apego por Kato. No sé si era porque convivíamos demasiado, dependíamos el uno del otro y ambos éramos prácticamente novatos aprendiendo de un mundo nuevo. Supongo que me identifique con el y por ello era capaz de sentir empatía.

—Señor Laculino, ¿cuándo me va a enseñar a forjar armas demoníacas?

—Jaja, cuando mi esposa se decida a invocar a sus demonios. Yo solo puedo invocar a un diablillo.

Me estremecía al escuchar las conversaciones con el anciano, la señora Margareta acariciaba mi pelaje y se limitaba a reír sin tomar muy enserio lo de invocar demonios.

Hasta yo siendo un Dios de un calabozo de altísimo nivel sabía de lo que eran capaces esos locos poderosos de los infiernos. Los únicos humanos capaces de ponerme en alerta durante los viejos tiempos eran los brujos invocadores. Por suerte no creía que los dos vejestorios fueran capaces de traer la destrucción a Poroto solo para cumplir los caprichos de un mocoso ignorante.

—Por cierto Kato, hoy viene uno de mis hijos. Se llama Divanio y también es cazador. Tal vez te pueda enseñar alguna buena habilidad.

Eso sí me interesó. Según las historias de los ancianos, Divanio era nivel 20 y fue de misión con la elfa y la pantera. Vendria un par de días para reavastecer a las tropas y por armas. Según el matrimonio, su hijo era muy habilidoso y sabía una habilidad muy útil llamada flecha de viento. La cual creaba una ráfaga mágica que replicaba la flecha lanzada, dando así el resultado de disparar dos flechas sin desperdiciarlas.

—Creo que si oí hablar de Divanio, mi hermana dice que los cazadores de Poroto progresan rápido por la abundancia de presas. Sí de verdad te entrena será una oportunidad de oro, sobre todo porque los cazadores son celosos con sus habilidades. Ya vez como es Luna Francis jaja.

—Lo se Mirna, pero tengo oportunidad gracias al señor Laculino, y la señora Margareta dice que ella se encargará de convencerlo si se rehúsa jaja.

Mirna y Kato se veían más seguido. El chico tenía ahorros y dinero extra para invitarla al café lujoso. Era obvio que querían aparearse, pero supongo que los humanos requerían un cortejo más largo y laborioso antes de tener una camada de cachorros.

—Sponchi ya se ve más grandecito, ya parece un lobo de verdad.

—Es un lobo de verdad, solo necesita más entrenamiento igual que yo.

Gruñi ofendido, tal vez soportaba a los humanos, pero sus palabras me seguían molestando.

El tal Divanio llegó por la tarde durante un entrenamiento de tallado de madera para incrustar gemas de poder básicas. El joven adulto se veía en forma, utilizaba equipo de cuero y algo de malla. No tenía un bestia grande, sino que viajaba con un halcón gris llamado Ópalo, al parecer por el extraño color de sus ojos de piedra preciosa.

—¡Mami! Te traje tus favoritos, ojos de basilisco y lenguas de vermis de cristal.

—Gracias mi hermoso bebé.

Mire asqueado el comportamiento del cazador, Kato se veía algo decaído, creo que el también quería que alguien lo recibiera así, supongo que extrañaba a su fallecida madre.

Convencer a Divanio resultó sensillo al ser ayudados con la amenazadora sonrisa de su madre y al final accedió entrenar a Kato para utilizar la flecha de viento. En cuanto a mi, me dedique a observar el espectáculo mientras limpiaba un hueso de res.

—¡No! Tienes que imaginar la forma de la flecha y crearla con mana. No basta con manifestar magia o solo será un disparo arcano común y corriente, el objetivo es tener dos flechas, dos.

El sujeto era más duro de lo que imaginé, era bueno para enseñar magia, pero tenía paciencia de tejón. Sin embargo Kato no se daba por vencido, yo sabía que era mitad elfo, asi que su talento innato para la magia debía brotar de los profundo de su escuálido ser.

—Mira Kato, imagina que estás en una misión, el oponente es muy ágil, las flechas se te agotan y tus compañeros peligran. Esta habilidad puede ser crucial. Concéntrate.

Al final escuché un buen concejo del gruñón Divanio. Kato apunto al árbol con el blanco pintado y logro crear una flecha de viento. Era imperceptible, un proyectil arcano como la sombra de la flecha real.

Se desmaterializo a medio camino, pero ya era un avance.

—Es un buen comienzo, ahora repitelo hasta que te salga.

Jaja, Kato no se rindió y siguió hasta llegada la noche, lo logró, pero después de eso, debía seguir perfeccionando el disparo hasta que logrará imitar una flecha real.

—¿Divanio que opinas de Kato?

—Es dedicado, pero le falta colmillo jaja gracioso porque tiene un lobo bebé.

Mis orejas se levantaron atentas, ¡al fin alguien me había reconocido como lobo! El sujeto me agrado desde que lo conocí, sabía que tenía buen ojo.

—Oye hijo ¿ y que tal la elfa?

Padre e hijo alzaron las cejas, parecía que era un tipo de código para hablar de hembras potenciales. La señora Margareta le aventó un tenedor a su marido, el cual fue detenido en el aire por el anciano sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Es una experta jeje... Y buena con el arco también.

Divanio golpeo con el codo a Kato, el cual reía algo incómodo. O mejor dicho sin saber cómo reaccionar.

—Deja en paz a Kato, es buen niño. Su corazón le pertenece a la linda maguita que trabaja con Saku.

—¿Que? ¿Kato tiene novia? ¡Eso no me lo esperaba! Eso Kato.

Los dos chicos chocaron las palmas. Debo decir que después no hablaron de nada relevante, sus conversaciones eran típicas de los humanos. Pero sirvió para levantarle los ánimos a Kato. Incluso después de que Divanio se fue, siguió con el estricto entrenamiento.

—Kato, recuerda que un cazador sin su bestia no vale lo mismo—, fui señalado mientras comía carne blandita con salsa—. Sponchi está obeso.

Me atragante por la verdad abrupta y pesada. Esos últimos días había ganado mucho peso y era verdad, me descuide mientras Kato practicaba.

—Creo que ya es hora de que me acompañen a una misión.

Nuestros ojos brillaron de emoción. El vejestorio había estado posponiendo un evento esperado. La recolección de hierro encantado en la ladera rocosa.










La legendaria mascota del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora