Capítulo 06: La voz

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—Muy bien Sponchi. Tenemos que encontrar estás hierbas. Al completar la misión podremos obtener dinero y experiencia.

A veces el humano me hablaba como sí lo que saliera de su hocico me importara.

Aunque  toda la inútil información aleatoria me entraba como me salía, alguna era interesante.

Existían formas distintas de obtener experiencia, una de ellas y la más común consistía en cumplir misiones.

La experiencia acumulada otorgaba la capacidad de aumentar de nivel. A mayor nivel se conseguían misiones mas difíciles y así el ciclo continuaba.

—Cuando junte suficiente dinero podré comprar un arco real.

No podía soportarlo. Según por lo que logré observar y escuchar del otro humano pasivo-agresivo, kato había intercambiado el dinero por carne en vez de un arma.

Este sujeto tenía las prioridades invertidas o solo era imbécil.

En la mano llevaba una de las plantas requeridas. La acerco a mi nariz.

Entendí sus intenciones, el gusano pretendía que yo olfateara como un vil cerdo.

Gruñi, pero acepté.

Mi primer objetivo a corto plazo era matar al maldito pollo nivel dos. Jajaja le mostraré lo que hace un lobo de nivel equivalente.

Esos puntos de la misión son el primer bocado de mi venganza pollo maldito.

Increíblemente mi nariz detectó el aroma bajo la sombra de unos árboles.

¡Si! Soy el mejor.

Por aquí gusano. Ya las encontré.

Pero el estúpido estaba distraído con unas raíces.

¡Te estoy hablando imbécil!

Mi poder mental telepático era nulo, mis gruñidos eran tan comunes que Kato ya no reaccionaba a ellos.

Estalle en ira.

—¡Te estoy hablando gusano inmundo!

Tanto él como yo nos quedamos paralizados viéndonos fijamente.

Se talló los oídos y volteo a verme con incredulidad.

—Gusano.

El humano se desmayó después de oírme hablar por segunda vez.

Un recuerdo vino a mi memoria. Yo solía ser capaz de emitir vibraciones provenientes de mi garganta que imitaban la voz humana.

Era una habilidad desagradable, pero me resultó útil alguna vez en la vida. Creí recordar algo más... Yo solía hablar y entender muchos idiomas pero no podía pensar con claridad.

Me senté a un lado de la cabeza del humano. Me puse a pensar.

No era común ver animales hablando el idioma humano. No ví a ningún animal hacerlo, incluso este se desmayó de la impresión. Tenía que mantenerlo en secreto pero hablar con él facilitaría mucho las cosas.

Tome una decisión arriesgada.

—Despierta.

—¡Auch!

Aproveche la debilidad del lazo de Tamer para darle un merecido zarpazo en la cabeza. Cómo lo imaginé su piel se regeneró casi al instante ante los rasguños superficiales.

—Escucha asqueroso ser inferior. Yo soy Raou, el dios de la sagrada montaña de la nieve eterna...

—¡Ahhhhhh!

La legendaria mascota del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora