Capítulo 9: El sable

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—Abran paso.

Unos chicos empujaban a las personas que se amontonaron en torno a las dos exóticas cazadoras.

Pero una chica se les colo y se postro ante ellas con el arco en mano y la otra en el pecho.

—Señora, soy Luna Francis, es un honor conocerla en persona. Está es mi compañera lince Sombra. Ambas mostramos respeto.

—Es un gusto conocerlas.

—Ahhh! Tocó mi mano! Tocó mi mano!

La lince y la niña de nivel 7 se desmayaron sonrientes.

Yo no paraba de temblar. En el pasado no muy lejano una elfa de nivel cincuenta no me hubiera hecho ni cosquillas. Pero está era la primera vez que una mujer y un animal extraño me causaban tanto temor. Sobre todo después de ver cómo esas dos chicas se habian desvanecido con su sola presencia.

Kato se movió a un lado sin quitarle los ojos, parecía una mosca sobre una fruta madura y dulce.

Por lo que la mujer decía estaba registrando algo y reclutando para un calabozo pequeño.

No pude escuchar más pues unas patas enormes me aprisionaron.

Mi pequeño cuerpo de cachorro se derritió como cebo en el sol, giré mi cabeza sin parar de temblar y casi se me salía el corazón por el hocico cuando ví que la dientes de sable me había atrapado.

¡Nooooo! Me va a comer un gato, este es mi fin, mi fin... Adiós montaña mía, jamás volveré a tu fría nieve.

Cerré mis ojos y luego escuché un ronroneo.

¡¿Pero qué?!

¡La enorme colmillos de sable me estaba tratando como a su cría!

Recordé que era un lobezno, tenía el aspecto de a lo mucho seis meses de edad. Por lo que ví era el único bebé en el gremio y active el instinto maternal de la pantera gigante.

Voltee a ver a Kato con desesperación, pero el imbécil seguía embobado con la mujer de largos cabellos plateados.

¡Katooo! Si no me ayudas voy a hablar.

Luego ví algo en sus manos, decía licencia de Rare.

No resistí más.

—¡Katoooo!

El ruido cesó abruptamente cuando alguien me señaló y gritó que yo estaba hablando.

Incluso la gato mimosa me miró como a un bicho raro.

La elfa sonrió de oreja a oreja.

...

—Asi que un lobezno poco común.

—Si, fue una suerte encontrarlo.

En la sombra de unos árboles fuera de una taberna tranquila y al parecer costosa, Kato estaba frente a frente a la elfa sirviendo algo llamado té, o una infusión de flores y hierbas aromáticas.

—Lamento que Rue les cause tanta molestia. Sobre todo a ti Sponchi.

Yo estaba trepado en la espalda de Kato sujetándome de su cabeza con mis patas delanteras. La dientes de sable ronroneaba acostada en torno de la silla del muchacho.

Del miedo no podía hablar bien, algo bueno desde cierto punto de vista, pues al parecer que un animal hablara perfectamente el idioma humano era más que raro. Para alguien tan inepto como Kato eso no era lo más obvio, pero si para mí.

Al momento solo emitía ruidos de cachorro quejoso cada que la pata de la felina intentaba jalar de mi cola para atraparme.

—No se preocupe, Sponchi está bien, solo que es tímido.

La legendaria mascota del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora