¡Amame Granger!

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Pansy Parkinson caminaba por los pasillos de Hogwarts muy contenta con la compra que había hecho en sortilegios Weasley. Había adquirido una poción desinhibidora, que pensaba usar en cierto chico muy especial para ella.

Llego a la sala común de slytherin y ahí sentado frente a la chimenea se encontraba Draco Malfoy perdido en sus pensamientos, completamente solo, sin nadie a su alrededor. Pues su popularidad ya no era la misma desde la guerra, todos lo evitaban, como si tuviera la peste. Excepto Pansy quien no perdía oportunidad en acercársele pese a sus negativas.

─¡Hola draquito!

─Largo de aquí, Pansy─dijo mirándola con desprecio, sin apartar la vista de la chimenea

Pero ella no se dio por vencida y se sentó a su lado─¿No escuchaste?, ¡dije que te largaras!

La chica sin previo aviso le roció el contenido de la poción a la cara, haciéndole caer al suelo─¿Pero qué rayos? ─dijo el limpiándose el rostro con las manos

Pansy le miraba expectante, creía que la poción le ayudaría a conquistarlo, pero sus esperanzas cayeron cuando lo vio incorporarse con una estúpida sonrisa en su rostro – Granger,¿Dónde está ella? , ¡Necesito decirle que la amo!

─¿Quién la necesita, si me tienes a mí? ─expreso sugerente acercándose ,sin embargo él le miro con horror y de un empujón la aparto del camino. Dirigiéndose ahora a la torre de premios anuales que ambos compartían.

Se sentía extrañamente diferente, sin ataduras, como si solo el suelo le impidiese volar.

Entro como un torbellino a la torre de premios anuales, la busco en su recamara, en el baño pero no la encontró. Así que se sentó en la sala a esperarla, mientras le preparaba una sorpresa.

La quería, la deseaba, la amaba, ahora lo tenía claro y no estaba dispuesto a perder más el tiempo, arriesgándose a que alguien más ganara su corazón. Al diablo los prejuicios sobre la sangre, su familia, sus amigos y el qué dirán, él era un Malfoy y lucharía por lo que quería. Porque un Malfoy no se rinde jamás.

Hermione Granger regresaba a la torre cargada de libros, agotada después de horas de estudio en la biblioteca. Tenía planeado llegar a dormir, dormir y no saber del mundo hasta el día siguiente, más nada la preparo para lo que vieron sus ojos al abrir la puerta, frente a ella estaba Draco Malfoy con un ridículo gorro de orejas de conejo, pero lo que más la perturbo era la amplia sonrisa que se dibujaba en su rostro. Una sonrisa diferente a las que siempre solía mostrar.

─¿Malfoy? ─se atrevió a articular

─Granger─dijo con voz anhelante

─¿Te encuentras bien, Malfoy?

─Mucho mejor ahora que mis ojos te ven─dijo ensanchando aún más su sonrisa

Ella abrió los ojos en sorpresa y un ligero rubor se apodero de sus mejillas ─Creo que debes ir a la enfermería, no estás bien ─se acercó a él tocando su frente, en señales de fiebre pero su temperatura corporal era normal.

El cerro los ojos disfrutando de su contacto, soltando un suspiro en el acto─oh granger, siempre espere por esto─Hermione lo soltó al momento, asustada por su comportamiento

─¿A qué te refieres? ─pregunto temiendo la respuesta

─el día en que aceptaras ser mi novia─contesto clavando sus ojos grises en ella, anhelando por una respuesta positiva

─¿Tu y yo, novios? ¿Has perdido la cabeza? ─se cuestionó andando de un lado para otro, como león enjaulado-Seguramente eres víctima de algún hechizo o es una broma de muy mal gusto-razono en voz baja

violame grangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora