19. Una llamada que no esperaba

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— Ho-hola — dije algo intimidada por la idea de que un desconocido me llamara tan temprano.

— ¿Amanda Boysen?

— Sí, ella habla.

— Soy Cameron Demons, hablamos ayer.

— Ah — me sorprendí, realmente era una llamada que no esperaba —. Sí, en la entrevista.

— Exacto — dijo y yo todavía no podía creerlo —. Te tengo buenas noticias. El trabajo es tuyo.

— ¡Oh! — no pude evitar disimular mi asombro —. ¿En serio? ¡Gracias! ¿Cuándo empiezo?

— Mañana mismo.

— Allí estaré, les prometo no defraudarlos. Gracias por darme esta oportunidad.

— Bien, no llegues tarde— dijo para después cortar la llamada.

Yo me quedé, allí, estática sentada sobre mi cama, sosteniendo el celular con una mano y mirando a la nada.

— ¿Qué es todo ese ruido? — dijo Ellie levantándose de su cama. Al parecer, la había despertado. Al enterarme quién era quien me llamaba, me había olvidado por completo que Ellie dormía a unos metros de mí.

— Lo siento — le dije saliendo de mi estupor —. Me... me dieron el trabajo.

— ¿Qué? — Ellie no me entendió, no sé si por estar todavía media dormida o porque no supe explicarme bien.

— Era Nigrum.inc. Me dieron el trabajo.

Ellie primero me miró atónita y luego, al procesar mis palabras, abrió la boca en señal de asombro.

— ¡No puedo creerlo! — dijo saliendo de su cama para correr a mi lado. Se tiró sobre mi colchón y me abrazó con fuerza —. Estoy muy feliz por ti.

— Gracias — le dije sonriendo feliz —. Ahora podré darle a mi madre una vida más digna.

Después de eso no pudimos volver a dormirnos. Las dos estábamos muy entusiasmadas como para volver a pegar un ojo. Sólo nos quedamos despiertas, hablando de lo que había sucedido e intentando sacar conclusiones de por qué me habían aceptado, ya que yo estaba segura que había fracasado en la entrevista.

Cuando ya se hizo el horario, ambas salimos de su casa para dirigirnos al trabajo.

Por momentos, había envidiado un poco la vida de Ellie, ella no tenía ningún problema en su vida, tenía una madre amorosa, y un padre presente que la ayudaba con todo lo que necesitara. Tenía una familia grande, de muchos hermanos. Ella no tenía por nada de qué preocuparse. Su sueldo en el restorán de Richard, le alcanzaba y sobraba para pagar su alquiler y vivir con todas las comodidades. En cambio, yo tenía una vida muy distinta a la de ella. Mi madre era enfermiza desde que tenía memoria, siempre tuve que cuidar de ella, y estos años han sido los peores, a tal grado que he tenido que internarla. Nunca conocí a mi padre, y tampoco sé nada de él, ya que a mi madre no le gusta hablar sobre ese asunto. No tenía hermanos, ni abuelos, ni tíos que me ayudaran. Seguramente debía tenerlos, pero nunca supe de la existencia de ellos. Siempre solas, desde que tengo memoria, sólo fuimos mi madre y yo.

Me entristecí, pensando que, si mi madre me dejaba, ya no tendría ninguna familia. Estaría verdaderamente sola. Tenía a Ellie, por supuesto, pero ella siempre será una amiga, y hay cosas que la amistad no puede darte, como lo hace la familia.

Y pensando en todas esas cosas, llegué al restorán. Antes de comenzar a trabajar, debía informarle a Richard sobre mi nuevo trabajo.

— Tengo que hablar con Richard — le dije a Ellie mientras ella se dirigía al vestidor para ponerse su traje de trabajo.

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