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La pelinegra caminaba de un lado a otro intentando comprender lo que Jaebeom estaba haciendo, sin embargo, por mas que trataba no encontraba nada fuera de lo común.

Quizá solamente había sido un momento de bondad o tal vez quería aprovecharse del pequeño castaño.

Suspiró y se dejó caer en el sillón, rehusándose a seguir formulando teorías sobre lo que Jaebeom estaba o no haciendo. Después de todo el sabría cuando hablarle de aquello y solamente lo haría si era totalmente necesario.

Aún así, aunque evitaría acosar a Jaebeom con las preguntas siempre tenía a su pequeño informante que usualmente la ayudaba en todo.

Eunbi no tuvo que esperar demasiado, vivir cerca del lugar en el que vivía Yugyeom le ahorraba demasiado tiempo cuando tenían misiones y, como en este caso, cuando tenían que compartir información sobre alguien de su círculo social.

El timbre sonó e inmediatamente la chica se levantó del lugar en el que estaba y bajó hasta la puerta del edificio.

— ¡Noona! Tenía tiempo que no te veía — exclamó el pequeño rubio con esa sonrisa que le hacía lucir como un bebé.

— Ah Gyeommie — la mayor se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos mientras desordenaba su cabello. — ¿Ese chico te tiene encerrado o algo así? — las mejillas Yugyeom se tiñeron de rojo y Eunbi sonrió — ¿O eres tú quien no lo deja en paz? —

— ¿Que dices? — el menor se rascó la nuca con nerviosismo y soltó una risita — Es el trabajo, Jaebeom hyung me ha traído de un lado a otro—

— Eunbi noona, ayúdeme por favor. No he podido caminar bien desde hace dos días — el pelirrojo que hasta ahora había estado dentro del auto asomó la cabeza y tenía una expresión de desespero que ella bien sabía era completamente fingida, la pelinegra no pudo reprimir la carcajada que abandonó sus labios, ganándose una mirada asesina por parte del menor.

— ¡Bambam! — exclamó Yugyeom, reclamándole el hecho de que ventilara algo tan íntimo como aquello

— No te preocupes, Bammie. Tengo un ungüento que puede ayudarte a...

— ¡NOONA!

A estás alturas Yugyeom estaba demasiado avergonzado así que simplemente se subió al auto seguido por Eunbi, cuestionandose cuanto más lo avergonzarían aquellos dos.

Habían pasado ya cinco días desde que Youngjae había llegado a la casa de Jaebeom, el mayor incluso había mandando a acondicionar una de las habitaciones para invitados al gusto del castaño.
Jaebeom realmente se había sorprendido cuando Youngjae pidió que la habitación fuera blanca.

"En aquél lugar las paredes eran de color oscuro así que no es algo que quiera en el lugar en el que voy a dormir "

Aquella repentina confesión que Youngjae le había hecho, realmente había estremecido algo dentro de él pues sin protestar mando a pintar el cuarto y a cambiar los muebles. Después de que el castaño obtuvo su habitación de color perla, el mismo se había encargado de darle color, colocando unos cuantos cojines azul pastel en la cama y un par de cuadros que lograron darle más vida al lugar.

Pero, aún con todo lo que Jaebeom están haciendo por él, Youngjae no lograba que el mayor se abriera del todo con él pues algunas veces parecía renuente a mantener una charla por más de diez minutos, podían incluso estar en la misma habitación completamente callados y eso a Youngjae comenzaba a incomodarle pues su personalidad era bastante alegre y enérgica, sin embargo Jaebeom era totalmente lo opuesto a él, bastante tranquilo y callado.

Así que, el sábado por la mañana, Youngjae se levantó antes que Jaebeom, cosa que no le fue muy difícil pues este siempre se levantaba entre las diez y once; aún en pijama se dirigió a la cocina y se dispuso a cocinar algo para el mayor. Con una destreza impecable preparó una mezcla para hornear muffins de mora azul, esperando que estos fueran del agrado del pelinegro; preparó también jugo de naranja y calentó un poco de la comida que Aimée había preparado el día anterior.

Marshmallow - 2JAEWhere stories live. Discover now